Los comunistas y la raza

Cómo buscan los comunistas dividir al mundo bajo la bandera de la lucha contra el racismo

Por Trevor Loudon
03 de Abril de 2019 9:28 PM Actualizado: 03 de Abril de 2019 9:28 PM

Hace tiempo que los comunistas se dieron cuenta que es difícil alcanzar la desintegración social necesaria para preparar un país para la revolución comunista con tan solo promover la división de clases.

La clase social es amorfa; puede cambiar en una generación. En una sociedad libre, una persona ambiciosa puede pasar de ser mendigo a millonario en una vida. La clase social es un tema polémico poco fiable para los revolucionarios, especialmente en las sociedades occidentales de libre mercado.

Las diferencias étnicas, religiosas y raciales son más estables. Las divisiones son más profundas; las diferencias más obvias; y sus historias más cargadas de amarguras y odio. A pocos les importa que sus abuelos fueran pobres, pero a muchos les podría importar que hayan sido esclavos o desposeídos de sus tierras ancestrales por un grupo étnico o racial rival. Tales resentimientos pueden durar generaciones.

Por eso, los marxistas-leninistas modernos se han aprovechado consistentemente, incluso científicamente, de las divisiones étnicas y raciales para lograr sus fines revolucionarios.

La ‘cuestión nacional’

El padre del Estado Soviético, Vladimir Lenin, declaró en “La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación”:

“El objetivo del socialismo no es solo terminar con la división de la humanidad en pequeños Estados y con el aislamiento de las naciones bajo toda forma, no es solo acercar a las naciones, sino integrarlas. (…) De la misma forma en que la humanidad puede llegar a la abolición de clases solo a través de un período de transición de dictadura de la clase oprimida, puede llegar a la inevitable integración de las naciones solo a través de un período de transición de completa emancipación de todas la naciones oprimidas, es decir, su libertad de separarse”.

En otras palabras, antes de que los revolucionarios puedan integrar a todas las naciones en un super-Estado global socialista, las naciones existentes deben ser quebradas y fracturadas en clases y líneas raciales.

El sucesor de Lenin, Joseph Stalin, desarrolló aún más estas ideas en su famoso ensayo: “El marxismo y la cuestión nacional”. En esencia, Stalin creía que los revolucionarios debían destruir naciones clave alentando a las minorías raciales o étnicas a trabajar hacia un Estado separado, a separarse o desvincularse del país existente. En tiempos modernos, esto ha sido extendido a campañas por el bilingualismo, sistemas judiciales separados, reparaciones por la esclavitud, confiscaciones de tierra, y demás.

El primer cuerpo legislativo del comunismo internacional, el Comintern, dijo: “No puede haber bolcheviquización sin una política correcta sobre la cuestión nacional”.

Los revolucionarios comunistas promovieron políticas de Cuestión Nacional por todo el mundo. En Irlanda, el Partido Comunista jugó con la división religiosa protestante-católica. En Escocia, los comunistas formaron el Partido Nacional Escocés para ayudar a desintegrar el Reino Unido. En Australia, los agitadores comunistas trabajaron junto con la población aborigen para dividir el país. Hicieron lo mismo en mi país natal, Nueva Zelanda, con el movimiento “derechos de la tierra” de los maorí. En Francia y España, los comunistas apoyaron el movimiento separatista vasco. En Canadá, los comunistas agitaron por un Estado francófono separado en Quebec. A principios de los 30, los comunistas apoyaron rebeliones nacionalistas étnicas y raciales en el tercer mundo contra sus amos coloniales británicos, franceses, españoles, holandeses y portugueses—con el resultado de que los socialistas o comunistas tomaron el control en casi todos los casos.

Aprovechándose de reclamos genuinos

Es importante señalar que los comunistas tienen más éxito cuando se pueden aprovechar de reclamos genuinos. Es muy difícil empeorar el conflicto racial en un país libre cuando todos son tratados igual ante la ley. La libertad y el Estado de derecho son la mejor vacuna contra la revolución.

En Estados Unidos, el Partido Comunista comenzó a trabajar con la población negra del sur a fines de los años 20. Algunos operativos comunistas fueron enviados al sur para armar células revolucionarias en las comunidades negras.

La demanda inicial fue la tierra. Siguiendo a Stalin al punto de la letra, los comunistas agitaron para crear una nación separada, gobernada por los negros, en los estados sureños.

El líder comunista negro del sur, Harry Haywood, escribió en “Para una posición revolucionaria sobre la cuestión del negro” en 1958:

“La cuestión del negro solo puede ser resuelta entregándole la tierra al arador negro, cuyo labor la ha pagado mil veces. La cuestión del negro solo puede ser resuelta sobre la base del desarrollo pleno de la nación negra en el Sur Profundo bajo el socialismo”.

“El territorio del Sur Profundo le pertenece a los negros. Ellos se lo han ganado, como ningún otro pueblo ha ganado su tierra natal”.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, los comunistas estadounidenses se percataron de que las ideas de Stalin podrían funcionar en Asia central pero que no eran realistas para Estados Unidos. Así que el plan se cambió a agitar los derechos civiles plenos para los negros del sur.

Los comunistas establecieron el Congreso Laboral del Negro Americano, la Liga de la Lucha por los Derechos del Negro, la Defensa Laboral Internacional, el Congreso Negro Nacional, el Congreso por los Derechos Civiles, el Comité de la Victoria de los Trabajadores Negros, el Congreso de la Juventud Negra del Sur y otras organizaciones para acercar más negros al movimiento.

El movimiento por los derechos civiles era justo y necesario. Pero estaba repleto de comunistas de arriba hacia abajo. El objetivo era primero liberar a los negros de Jim Crow, y luego utilizar su creciente poder político para empujar el cambio socialista —cada vez más a través del Partido Demócrata— y luego empujar por el socialismo.

Un informe de 2003 del Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA), “La cuestión nacional”, declara:

“La cuestión nacional es una gran parte del programa del CPUSA. Una parte crucial de nuestra lucha de aquí al socialismo es una solución a la cuestión nacional”.

“En elecciones nacionales, los afroamericanos votan mayoritariamente contra la extrema derecha, más que cualquier otro grupo, principalmente usando el vehículo del Partido Demócrata. En la carrera presidencial de 2000, los votantes de raza negra representaron un 10% de los votantes (…) Debido a que votan casi unánimemente como un bloque en la mayoría de las elecciones, los afroamericanos tienen un nivel de influencia mayor a lo que dicen los números”.

El informe luego dice:

“En nuestro país la cuestión nacional es un complejo de asuntos. Habrá diferentes corrientes en diferentes luchas nacionales. Diferentes grupos nacionales tendrán sus propias demandas y tácticas específicas. No basta con hacer llamamientos generales por la unidad. El gran desafío es encontrar maneras de construir unidad mientras se toma en cuenta las demandas correctas de todos los grupos oprimidos”.

En 2013 y 2014, varios activistas afiliados con la organización de tendencia maoísta Freedom Road Socialist Organization (FRSO) crearon Black Lives Matter (BLM) luego de que un guardia barrial voluntario matara en 2012 al adolescente negro Trayvon Martin en Florida.

El sitio web The Feminist Wire informó que los fundadores dijeron: “Black Lives Matter es una intervención política e ideológica en un mundo donde las vidas negras son blanco sistemático e intencional de defunción. Es una afirmación a la contribución de la gente negra a esta sociedad, a nuestra humanidad, y nuestra resiliencia frente a la mortal opresión”.

Cuando el adolescente negro Michael Brown fue matado en defensa propia por un policía en agosto de 2014 en Ferguson, Missouri, el pueblo entró en erupción durante varias semanas de disturbios, saqueos e incendios —que también se diseminaron a otras ciudades.

En la primavera de 2015, el distrito Nueva York—New Jersey de FRSO, auspició un foro titulado “Ferguson: El movimiento hasta ahora y lecciones para las luchas futuras”. El primer orador fue “nuestro camarada” Montague Simmons, presidente de la Organización para la Lucha Negra (OBS) controlada por el FRSO en St. Louis, Missouri.

Simmons reveló que OBS y sus camaradas de BLM y FRSO ayudaron a reclutar unos 10.000 radicales de fuera del estado para participar de la protesta.

Apuntando a las minorías

El CPUSA y otros grupos comunistas, particularmente el FRSO, han aplicado alguna variante de la estrategia de la Cuestión Nacional a casi todas las minorías raciales del país.

Los comunistas prosoviéticos y los maoístas trabajaron para promover la idea de que mucho del sudoeste de los Estados Unidos, el cual ellos llaman “Aztlan”, pertenece en realidad a México y que debería ser devuelto a esa nación. Grupos marxistas como el partido La Raza Unida y el Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlan (MEChA) de tendencia maoísta han promovido ese concepto por décadas.

El 9 de abril de 1975, el académico marxista de California, Jorge Acevedo, dirigió una carta en español a varios conocidos activistas hispanos de Estados Unidos, entre ellos Lorenzo Torrez, líder en Arizona de la Comisión para la Igualdad Chicana del CPUSA; el comunista y líder chicano de Los Angeles, Bert Corona; Dolores Huerta y Cesar Chavez del gremio Trabajadores de Granja Unidos; el activista por el derecho a la tierra en Nuevo México, Reies Lopez Tijerina; el líder chicano de Colorado “Corky” Gonzales; y José Ángel Gutiérrez del partido de Texas La Raza Unida.

La carta hacía referencia al consulado soviético en San Francisco, a la participación chicana en la Universidad Patrice Lumumba en Moscú, un centro de entrenamiento para líderes marxistas del tercer mundo sobre la autodeterminación chicana, y el “sistema socialista”. La carta explicaba una propuesta recibida del cónsul soviético en San Francisco.

Los soviéticos deseaban que los destinatarios encontraran estudiantes de ambos sexos para anotarse en la Universidad Patrice Lumumba en Moscú para el año académico que comenzaba en septiembre de 1975. Los soviéticos explicaron que su sistema socialista buscaba “apoyar el movimiento de autodeterminación chicano”.

La propuesta probablemente no quedó en nada, porque incluso en ese entonces, la mayoría de los comunistas ya habían renunciado a devolver el sudoeste a México y buscaban en cambio asegurarse el poder del voto latino detrás de sus aliados en el Partido Demócrata.

Según la edición del 6 de marzo de 2004 de Mundo Semanal del Pueblo del CPUSA, “Líderes y activistas del Partido Comunista se encontraron aquí para discutir planes para obtener el voto latino y mexicano-americano más amplio posible para derrotar a la ultraderecha en las elecciones de noviembre y fortalecer el trabajo del CPUSA en este sector de la población”.

Agregó que Torrez, presidente de la Comisión de Igualdad Mexico-Americana del partido, había “revisado el trabajo de la comisión en el periodo reciente” y propuso organizar “una coalición latina de centro-izquierda” para crear “sentimientos progresistas en latinos de EE. UU.”.

También declaraba que Rosalío Muñoz, organizadora del CPUSA en el sur de California, notó: “La carrera presidencial será decidida en ‘estados disputados’ claves. Una cantidad de estos, como Arizona, Nuevo México y Colorado, son estados donde se concentran mexicanos-americanos”.

FRSO también ve en la creciente población latina un gran potencial revolucionario. Su sitio web dice: “Por quinientos años, la gente latin@ [sic] de ambos lados de la frontera política han luchado por la independencia, la paz, la justicia, la democracia y la Madre Tierra”.

“El cambio revolucionario en Estados Unidos y más allá requerirá una fuerte izquierda latin@, organizada para una justicia racial, de idioma, nacional y cultural dentro de los Estados Unidos. (…) Dentro de una generación, los latin@s representarán un tercio de la población estadounidense; ganar la siguiente generación para el socialismo es un imperativo”.

Profundizando las divisiones

Durante la Segunda Guerra Mundial, el CPUSA expulsó a sus miembros de etnia japonesa y apoyó la política del presidente Franklin D. Roosevelt de internar a los japoneses-americanos en campos vigilados durante la guerra.

En los 70, los maoístas de Estados Unidos reabrieron deliberadamente esas heridas haciendo campaña por “reparaciones” y disculpas oficiales a los internados y sus familias.

La Liga para la Lucha Revolucionaria (LRS) y otros maoístas trabajaron mediante la Coalición Nacional para la Rectificación/Reparación, Nikkeis por los Derechos Civiles y la Rectificación, Liga de Ciudadanos Japonés-Americanos (JACL), y el Consejo Nacional para la Rectificación Japonesa-americana.

Según el sitio web de Nikkeis por los Derechos Civiles y Rectificación (NCCR): “Realizamos incontables foros para educar y activar a la comunidad a participar del Movimiento de Reparación. En 1987, organizamos una delegación lobista de más de 120 nikkeis a Washington D.C.”

“Desde la histórica firma del CLA en 1988, NCRR ha luchado vigorosamente para asegurar que la reparación se haga realidad para todos aquellos que fueron privados de la libertad durante la Segunda Guerra Mundial. En 1989, cuando se detuvieron las apropiaciones para el CLA, organizamos a la comunidad para que reclamen apropiaciones. En octubre de 1990, la reparación se hizo realidad, cuando los japoneses-americanos comenzaron a recibir compensación en la forma de una disculpa presidencial y USD 20.000 en compensación monetaria”.

El propósito más amplio era radicalizar los jóvenes japonés-americanos y acercar a muchos al movimiento socialista –y profundizar las divisiones en la sociedad estadounidense.

El LRS (que luego se fusionó con el FRSO) también trabajó para radicalizar a los chino-americanos. En los 70, la organización predecesora del LRS, I Wor Kuen, estableció la Asociación China Progresista, con filiales en San Francisco, Boston y Nueva York. Estas organizaciones usaron el orgullo étnico, el conflicto racial y el nacionalismo chino para atraer a miles de jóvenes chino-americanos bajo la órbita revolucionaria pro-Beijing. La comunidad china pro-Taiwán en San Francisco, que alguna vez fue sólida, está ahora solidificada del lado de Beijing.

La organizaciones comunitarias asiáticas en el Área de la Bahía auspiciaron un foro en el barrio chino para “crear el vínculo entre el imperialismo estadounidense y el racismo contra los asiáticos en Estados Unidos”, el 8 de julio de 2001, según un informe en el sitio web comunista Fight Back News.

Gordon Mar, un exsimpatizante del LRS y presidente de la Asociación Progresista China, fue citado por el sitio web diciendo: “Las principales organizaciones asiático-americanas se oponen al racismo pero no hacen la conexión con Estados Unidos y la política corporativa en el extranjero”.

Según Fight Back News: “Aunque estas organizaciones principales objetan el creciente racismo en el público estadounidense y en los medios de comunicación hacia China y los chino-americanos, también tratan de distanciarse de China alentando a los asiático-americanos a ser más patriotas y expresar su lealtad a Estados Unidos”.

“Estamos aquí porque Estados Unidos estuvo en nuestra tierra natal. El mensaje que nuestra comunidad necesita escuchar es que mientras el imperialismo estadounidense gobierne en Asia, se le negará a los asiáticos en Estados Undos la verdadera igualdad y continuarán enfrentando opresión racial y nacional. En vez de distanciarnos de Asia, necesitamos encontrar maneras de unir nuestras luchas”.

Los comunistas también trabajaron de cerca con organizaciones aborígenes de Estados Unidos.

Creada en 1971, el Movimiento Indio Americano (MIA) fue pronto capturado por elementos extremos con conexiones comunistas, entre ellos los hermanos Means, los hermanos Bellecourt, Dennis Banks y otros. El grupo ganó atención internacional en 1973 al ocupar el edificio del Buró Indio en Wounded Knee, Dakota del Sur, el cual terminó con la muerte de dos agentes del FBI y la toma de la penitenciaría abandonada de Alcatraz, en la Bahía de San Francisco.

En 1974, el líder del AIM, Clyde Bellecourt se reunió en varias ciudades con la líder del CPUSA, Angela Davis y su Alianza Nacional Contra la Represión Racista y Política.

En 2016, varios miles de aborígenes americanos y simpatizantes se reunieron en la Reserva India Standing Rock en Dakota del Norte para oponerse al propuesto oleoducto Dakota Access, el cual transportaría petróleo crudo desde el campo petrolero de Bakken hasta las refinerías en el sur. Las protestas duraron varios meses y en varias ocasiones hubo violencia y sabotaje.

Uno de los activistas principales en el sitio, Judith LeBlanc de la Alianza Organizadores Nativos, condujo programas de entrenamiento para los activistas allí reunidos. LeBlanc tiene un puesto en el Comité Nacional del CPUSA. Al cerrar el oleoducto, los comunistas pudieron debilitar la economía estadounidense a la vez que aumentaron la división racial en una situación diabólica donde ganaron por dos.

Divide y conquistarás es el nombre del juego. Por todo el mundo, los comunistas usan diferencias raciales, étnicas y religiosas para debilitar a la nación objetivo. Prácticamente todos los grandes conflictos, protestas con base racial, movimientos de derechos de la tierra o de reparación, o programas de acción afirmativa en los últimos 100 años han sido inspirados, instigados o inducidos por los comunistas de alguna forma. A menudo la causa superficial es justa, y se logran algunas cosas buenas. Pero el objetivo a largo plazo fue siempre el socialismo.

La armonía racial es posible, pero solo en sociedades libres donde todos son tratados con igualdad por el gobierno.

Los comunistas no quieren libertad, igualdad o armonía. La política de la “cuestión nacional” no busca liberar a nadie. En última instancia, está diseñada para dividir y luego esclavizarnos a todos.

Trevor Loudon es autor, productor de cine y orador público de Nueva Zelanda. Por más de 30 años, ha investigado a la izquierda radical, al marxismo y a los movimientos terroristas y su influencia encubierta en la política.

Las opiniones expresadas en este artículos son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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