Capítulo 12, Parte 1: Sabotaje a la educación (ACTUALIZADO)

Traducción en partes del libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”

Por The Epoch Times
26 de Julio de 2018 5:44 PM Actualizado: 19 de Mayo de 2021 2:24 PM

La Gran Época publica aquí entregas traducidas del inglés de un nuevo libro: “Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo”, del equipo editorial de “Nueve comentarios sobre el Partido Comunista chino”.

Tabla de contenidos

Introducción

1. Elementos comunistas en la educación primaria y secundaria
a. Bajar el nivel de los estudiantes
b. La naturaleza destructiva de la educación progresista
c. Arruinar el carácter moral de los estudiantes
d. Manipulación psicológica
e. Infiltración en la educación

***

Introducción

La educación juega un rol importante en fomentar el bienestar individual y la realización personal, mantener la estabilidad social y asegurar el futuro de una nación. Ninguna de las grandes civilizaciones en la historia de la humanidad ha restado importancia a la educación.

La meta de la educación es mantener los estándares morales de la humanidad y preservar la cultura concedida por lo divino. Es la forma mediante la cual se imparten el conocimiento y las habilidades, y una manera de fraternizar. Tradicionalmente, quienes tienen una buena educación respetan al Cielo, creen en lo divino y aspiran a seguir la virtud de la benevolencia. Ellos poseen un extenso conocimiento de la cultura tradicional y dominan uno o más oficios. Dedicados a sus vocaciones, creen en tratar a otros con bondad. Ellos son los pilares de la sociedad, las élites nacionales y los guardianes de la civilización. Su extraordinario carácter y comportamiento se ganan el favor divino y sus bendiciones.  

Por lo tanto, arruinar la educación tradicional es un paso indispensable en el plan del espectro del comunismo para cortar la conexión entre el hombre y lo divino, y así destruir a la humanidad. Con este fin, el comunismo adoptó diferentes estrategias para atacar y socavar a la educación, tanto en Oriente como en Occidente.

En países orientales que son sede de tradiciones culturales profundamente establecidas, el mero engaño no es suficiente para lavarle el cerebro a toda la población. Los partidos comunistas han asesinado sistemáticamente a las élites de alto nivel educativo para evitar que estos portadores de la cultura impartan el patrimonio tradicional de la nación a la generación siguiente. Al mismo tiempo, bombardearon al resto de la población con una incesante propaganda.

En Occidente, la historia y las raíces de las culturas no son tan profundas en comparación, lo que le da al comunismo una tierra fértil para contaminar a la sociedad de manera encubierta mediante la subversión y el sabotaje de la educación. 

El colapso total de la educación estadounidense es una de las cosas más preocupantes que le han ocurrido al país en las últimas décadas. Es una señal de que el comunismo tuvo éxito en su misión de infiltrarse y corromper la sociedad occidental.

Este capítulo se enfoca principalmente en Estados Unidos como un ejemplo para mostrar cómo el comunismo ha saboteado la educación en las sociedades libres. Los lectores pueden aplicar la misma lógica para deducir cómo se está socavando la educación de manera similar en otros países.

La infiltración comunista en la educación estadounidense se manifiesta en al menos cinco aspectos:

Promover la ideología comunista entre los jóvenes. La ideología comunista se adueñó gradualmente del ámbito académico occidental infiltrándose en importantes campos de estudio tradicionales e inventando nuevas ciencias relacionadas con su influencia ideológica. Literatura, historia, filosofía, ciencias sociales, antropología, derecho, multimedia y otras especializaciones se vieron inundadas de varios derivados de la teoría marxista. La “corrección política” se convirtió en la pauta para censurar la libertad de pensamiento en las universidades.

Reducir la exposición de la generación joven a la cultura tradicional. El pensamiento ortodoxo, la verdadera historia y la literatura clásica han sido calumniados y marginados de diferentes maneras. Algunas justificaciones comunes para esto son que los clásicos ya no son relevantes para los estudiantes contemporáneos, o que los planes de estudio deben incluir más “diversidad” de pensamiento.

Bajar los estándares académicos, comenzando desde la escuela primaria. Debido a que el nivel de enseñanza ha descendido gradualmente, los estudiantes de la nueva generación están cada vez menos alfabetizados y tienen menos capacidades para las matemáticas. Tienen menos conocimientos y su capacidad para pensar de manera crítica está atrofiada. Es difícil para estos estudiantes lidiar con cuestiones claves de la vida y la sociedad de una manera lógica y directa, y les es aún más difícil poder darse cuenta del engaño del comunismo.

Adoctrinar a estudiantes jóvenes con nociones desviadas. A medida que estos niños crecen, los conceptos que les inoculan se vuelven tan fuertes que es casi imposible que los puedan identificar y corregir.

Estimular el egoísmo, la codicia y la indulgencia de los estudiantes. Esto incluye condicionarlos para que se opongan a la autoridad y la tradición, inflar sus egos y su soberbia, reducir su capacidad de entender y tolerar opiniones diferentes, y ser negligentes con su crecimiento psicológico.

El comunismo ha logrado sus objetivos en casi todos esos cinco aspectos.

1. Elementos comunistas en la educación primaria y secundaria

Aunque el comunismo es más evidente a nivel universitario, ha influido profundamente en la educación primaria y secundaria. Su influencia ha socavado el desarrollo intelectual y la madurez de los niños, haciéndolos más susceptibles a las influencias de la izquierda en la universidad. Ha hecho que generaciones de estudiantes tengan menos conocimientos y una menor capacidad de razonamiento y pensamiento crítico. El movimiento educativo progresista liderado por John Dewey inició la tendencia hace más de un siglo. Las reformas educativas posteriores han seguido generalmente en la misma dirección.

Además de inculcar el ateísmo, la teoría de la evolución y la ideología comunista a los estudiantes, la educación primaria y secundaria en Estados Unidos emplea una manipulación psicológica que destruye las creencias y la moral tradicionales de los estudiantes. Inculca el relativismo moral y conceptos modernos que transmiten una actitud corrupta hacia la vida. Esto ocurre en todos los sectores de la educación. Las sofisticadas medidas utilizadas hacen casi imposible que los estudiantes y el público se protejan de esta tendencia.

Yuri Bezmenov, desertor de la KGB presentado en el capítulo cinco, describió en 1985 cómo la infiltración ideológica comunista en Estados Unidos estaba a punto de completarse: “Incluso si empiezas ahora mismo, aquí en este momento empiezas a educar a una nueva generación de estadounidenses, aún te tomará entre 15 y 20 años hacer que la marea de percepción ideológica de la realidad vuelva a la normalidad y al patriotismo”. [1]

Ha pasado un tercio de siglo desde que Bezmenov dio su entrevista. Durante este período, incluso después de ver la caída de la Unión Soviética y otros regímenes socialistas en Europa del Este, la infiltración y subversión del comunismo en Occidente no se detuvo. Los elementos comunistas de Occidente pusieron sus miras en la educación como objetivo principal. Se apoderaron de todos los niveles de la institución, promoviendo sus propias teorías retorcidas sobre la educación, la pedagogía y la crianza de los hijos.

a. Bajar el nivel de los estudiantes

Estados Unidos es una república constitucional. Los votantes eligen al presidente, legisladores, alcaldes y miembros de los comités escolares de los distritos. Que un marco político tal sirva de una manera verdaderamente beneficiosa para todos depende no solo del nivel moral del pueblo, sino de su nivel de conocimiento y su criterio. Si los votantes no tienen mucho conocimiento sobre historia, sistemas políticos y económicos, y asuntos sociales, tendrán dificultades para elegir a funcionarios cuyas plataformas electorales estén basadas en intereses a largo plazo y sean fundamentales para el país y la sociedad. Esto pone al país en una situación peligrosa.

En 1983, un grupo de expertos, comisionados por el Departamento de Educación de EE. UU., escribieron el informe Una nación en riesgo, luego de dieciocho meses de investigación. El informe decía:

“Para que nuestro país funcione, los ciudadanos deben ser capaces de lograr algunos consensos sobre asuntos complejos, generalmente con poca anticipación y sobre la base de evidencia contradictoria o incompleta. La educación ayuda a formar estos consensos, un punto que Thomas Jefferson señaló hace mucho tiempo en su famoso refrán: ‘No conozco ningún depositario seguro de los poderes máximos de la sociedad, excepto el pueblo mismo; y si pensamos que no están lo suficientemente iluminados para ejercer su control con un criterio sano, el remedio no es tomarlo de ellos, sino informar su criterio’”.

Las personas con poco conocimiento y baja capacidad para pensar críticamente son incapaces de reconocer mentiras y engaños. La educación juega un enorme rol. Así, cuando los elementos comunistas penetran en todos los niveles del sistema educativo, los estudiantes se vuelven tontos e ignorantes, y por tanto vulnerables a la manipulación.

El informe también señala los siguientes puntos:

“Los cimientos educativos de nuestra sociedad actualmente están siendo menoscabados por una creciente marea de mediocridad que amenaza nuestro futuro como Nación y como pueblo […] Si una potencia extranjera hostil intentara imponer a Estados Unidos el desempeño educativo mediocre que existe hoy, lo habríamos considerado un acto de guerra. Tal como está, nosotros hemos permitido que nos suceda esto. Incluso hemos desperdiciado lo que ganamos en logros estudiantiles tras el desafío Sputnik. Lo que es más, hemos desmantelado los sistemas esenciales de apoyo que ayudaron a que esas ganancias sean posibles. Hemos, en efecto, estado cometiendo un acto de desarme educativo irreflexivo y unilateral”. [2]

El informe cita al analista Paul Copperman: “Por primera vez en la historia de nuestro país, las habilidades educativas de una generación no superarán, no igualarán, ni siquiera se acercarán a las de sus padres”.

El informe cita algunos descubrimientos impactantes: además de que las calificaciones de los estudiantes de EE. UU. suelen estar entre las más bajas en comparación con las de estudiantes en otros países, 23 millones de adultos estadounidenses son analfabetos funcionales –es decir que solo poseen habilidades básicas de lectura, escritura y comprensión. La tasa de analfabetismo funcional es del 13 por ciento entre jóvenes de 17 años y puede alcanzar el 40 por ciento al tratarse de minorías.

Entre 1963 y 1980, las calificaciones de la Prueba de Aptitud Educativa (SAT, según sus siglas en inglés) cayó drásticamente, el puntaje promedio de lengua bajó más de 50 puntos y el puntaje promedio de matemáticas cerca de 40 puntos. “Muchos jóvenes de 17 años no poseen las habilidades intelectuales ‘superiores’ que deberíamos esperar de ellos. Cerca del 40 por ciento no puede sacar conclusiones de un material escrito; solo una quinta parte puede escribir un ensayo persuasivo; y solo un tercio puede resolver un problema matemático de varios pasos”. [3]

En su libro de 2008, La generación más tonta:cómo la era digital estupidiza a los jóvenes estadounidenses y pone en riesgo nuestro futuro, Mark Bauerlein, profesor de la Universidad Emory, compiló datos sobre los vacíos de conocimiento de los estudiantes estadounidenses en las materias de historia, educación cívica, matemática, ciencia, tecnología, bellas artes y otras. Allí da el ejemplo del examen de historia de la Evaluación Nacional del Progreso Educativo (NEAP) de 2001, en el que el 57 por ciento de los estudiantes obtuvo un puntaje “inferior al básico” y solo un 1 por ciento logró el nivel “avanzado”. Sorprendentemente, en respuesta a la pregunta de multiple choice sobre qué país fue aliado de EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial, el 52 por ciento eligió Alemania, Japón o Italia, en vez de la Unión Soviética. Los resultados en otras áreas fueron igualmente decepcionantes. [4]

El declive de la calidad educativa de EE. UU. es evidente. Desde los años 1990, la expresión “bajar el nivel” ha aparecido en muchos libros sobre educación y se ha convertido en un concepto que los pedagogos del país no pueden evitar. John Taylor Gatto, profesor e investigador educativo de la ciudad de Nueva York, escribió: “Toma un libro de matemática o de retórica de quinto grado de 1850 y verás que los textos de ese entonces hoy serían considerados de nivel universitario”. [5]

A los fines de evitar que el sistema educativo estadounidense sea mal visto, en 1994 el College Board redefinió los puntajes del examen de ingreso a la universidad, el SAT. Cuando se comenzó a adoptar la forma moderna de los SAT en 1941, el puntaje promedio del examen de lengua era de 500 puntos (el puntaje máximo es 800). Para la década de 1990, el puntaje promedio había bajado a 424 puntos; el College Board entonces redefinió a 424 puntos como si fueran 500. [6]

El deterioro de la calidad de la educación no solo se refleja en el deterioro de la alfabetización de los estudiantes. Debido a la falta de conocimientos básicos, las facultades de pensamiento crítico de los estudiantes estadounidenses cayeron de forma pronunciada. El académico estadounidense Thomas Sowell señaló: “No es meramente que Johnny no pueda leer, o incluso que Johnny no pueda pensar. Johnny no sabe qué es pensar, porque en muchas escuelas públicas, pensar suele ser confundido con sentir”. [7]

La razón del deterioro de las calificaciones no es que los estudiantes de hoy no sean tan inteligentes como los de antes, sino que el comunismo está llevando a cabo silenciosamente una guerra contra la próxima generación, utilizando el sistema educativo como su arma. Charlotte Thomson Iserbyt, exasesora de políticas del Departamento de Educación de EE. UU., escribió en 1999: “La razón por la que los estadounidenses no entienden esta guerra es porque ha sido peleada en secreto –en las escuelas de nuestra nación, apuntando a nuestros hijos, que están cautivos en los salones de clase. Quienes libran la guerra están usando herramientas muy sofisticadas y efectivas”. [8]

b. La naturaleza destructiva de la pedagogía progresista

El ataque contra la tradición en las escuelas primarias y secundarias de Estados Unidos comenzó con el movimiento de pedagogía progresista a comienzos del siglo XX. Las siguientes generaciones de educadores progresistas elaboraron una serie de falsos lenguajes y teorías que sirvieron para alterar el currículo, rebajar los materiales de enseñanza y disminuir los estándares académicos. Esto ha causado un enorme daño a la educación tradicional.

De Rousseau a Dewey

John Dewey, el padre de la pedagogía progresista en Estados Unidos, ha sido muy influenciado por las ideas del filósofo suizo del siglo XVIII, Jean-Jacques Rousseau.

Rousseau creía que la gente era buena por naturaleza y que los responsables de la decadencia moral eran los males sociales. Decía que todos los hombres nacían libres e iguales, y que en un ambiente natural, todos disfrutarían de sus derechos innatos. Desigualdad, privilegio, explotación y la pérdida de la bondad innata del hombre eran productos de la sociedad. Para los niños, Rousseau proponía un modelo de “educación negativa” que los libraba a su suerte. Esta educación debía carecer de enseñanzas religiosas, morales o culturales.

De hecho, la humanidad está dotada tanto de benevolencia como de maldad. Sin nutrir la benevolencia, los aspectos malvados de la naturaleza humana llegan a predominar, hasta el punto en el que la gente considera que ningún método es muy bajo y ningún pecado es tan malo. Con su elegante retórica, Rousseau atrajo a muchos seguidores desencaminados. La nociva influencia que su teoría pedagógica ha tenido en la educación occidental es difícil de sobreestimar.

Alrededor de un siglo después, Dewey retomó lo que había hecho Rousseau y avanzó con su obra destructiva. Según Dewey, que estaba influenciado por la teoría de la evolución de Darwin, los niños deberían ser separados de la tutela tradicional de padres, religión y cultura, y en cambio se les debería dar rienda libre para que se adapten a sus ambientes. Dewey era un pragmático y relativista moral. Creía que no había una moral permanente y que la gente era libre de actuar y comportarse como le pareciera. El concepto de relativismo moral ha sido un primer paso crucial para alejar a la humanidad de las reglas morales establecidas por lo divino.

Dewey fue una de las treinta y tres personas que firmaron con su nombre el Manifiesto Humanista, escrito en 1933. A diferencia de los humanistas del Renacimiento, el humanismo del siglo XX tiene, en esencia, sus raíces en el ateísmo. Basado en conceptos modernos como el materialismo y la teoría de la evolución, considera al universo como algo autoexistente y no como algo creado, y sostiene que los seres humanos son el producto de procesos bioquímicos continuos.

En ese marco, el objetivo de la educación es moldear y guiar a los estudiantes de acuerdo con los deseos del educador –algo que no es fundamentalmente diferente del “nuevo hombre” de Marx. Dewey mismo era un socialista democrático.

El filósofo estadounidense Sidney Hook dijo: “Dewey ha provisto al marxismo de la epistemología y la filosofía social que Marx medio había visto por sí mismo y medio había delineado en sus obras tempranas pero nunca había podido expresar adecuadamente”. [9]

En 1921, cuando la guerra civil arrasaba con Rusia, los soviéticos encontraron el tiempo para producir un panfleto de sesenta y dos páginas con extractos de Democracia y Educación, de Dewey. En 1929, el rector de la Segunda Universidad Estatal de Moscú, Albert P. Pinkevich, escribió: “Dewey está infinitamente más cerca de Marx y de los comunistas rusos” [10]. El biógrafo Alan Ryan escribió que Dewey “brindó las armas intelectuales para un marxismo decentemente socialdemócrata y no totalitario”. [11]

Los pedagogos progresistas no disimulan su objetivo de transformar las actitudes de sus estudiantes hacia la vida. Para alcanzar ese objetivo, trastocaron todos los aspectos del aprendizaje, incluyendo la estructura de las clases, los materiales y métodos de enseñanza y la relación entre maestros y estudiantes. La experiencia personal se consideró superior al conocimiento aprendido de los libros. Las lecciones orales quedaron relegadas y dieron paso a los proyectos y actividades.

El sito web conservador estadounidense Human Events colocó a Democracia y Educación de Dewey en el puesto número cinco de una lista de los diez libros más dañinos de los siglos XIX y XX. Señaló sin rodeos que Dewey “denigra la escolaridad que se enfoca en el desarrollo del carácter tradicional y en dotar a los niños de conocimiento duro, y en cambio promueve la enseñanza de ‘habilidades’ de pensamiento”. [12]

Críticos sagaces han condenado la tendencia progresista de la educación desde su mismo comienzo. El libro de 1949 Enseñanza demente: Una mirada lega sobre la educación de la escuela pública, de Mortimer Smith, ofreció una refutación concisa y completa de los principales dogmas de la pedagogía progresista [13]. Los pedagogos progresistas desestimaron a sus críticos como “reaccionarios” y utilizaron diversos métodos para suprimirlos o ignorarlos.

Dewey fue profesor titular en la Universidad de Columbia durante veinticinco años. Durante el periodo en el que enseñó Filosofía de la Educación en la Facultad de Enseñanza, al menos un quinto de todos los maestros de primaria y secundaria recibieron instrucción o posgrados en dicha universidad [14]. En contraste con figuras como Marx, Engels, Lenin, Stalin o Mao, Dewey parece no haber tenido aspiraciones de convertirse en un gurú revolucionario o dominar el mundo, pero el sistema de educación que creó se ha convertido en una de las herramientas más poderosas del comunismo.

Consentir a los estudiantes

Según la teoría de la educación de Rousseau, los humanos nacen buenos y libres, pero la sociedad los vuelve malos. Por eso, el mejor método educativo es dar a los niños rienda suelta y ceder ante su desarrollo caprichoso. Bajo la influencia del pensamiento rousseauniano, los pedagogos progresistas a partir de Dewey suelen hacer eco de este tipo de ideas: no hay que imponer los valores de los padres o maestros en los estudiantes; al crecer, hay que permitir que los niños juzguen las cosas por sí mismos y tomen sus propias decisiones.

El poeta inglés Samuel Taylor Colerigde refutó el concepto elegantemente: “[El radical británico John] Thelwall pensaba que era muy injusto influenciar la mente de un niño inculcándole cualquier opinión antes de que llegue a una edad en que tenga criterio y sea capaz de elegir por sí mismo. Le mostré mi jardín, y le dije que era mi jardín botánico. ‘¿Cómo es eso?’, me dijo, ‘está cubierto de maleza’. —‘Oh’, le respondí, ‘eso es solo porque no ha llegado a sus años de criterio y decisión. La maleza, verá usted, se tomó la libertad de crecer, y pensé que era injusto influenciar al suelo para que crezcan rosas y fresas’”[15]

El ingenioso poeta usó esta analogía para transmitir un principio a su amigo: la ética y la sabiduría se cultivan concienzudamente. No cuidar un jardín causará que crezca mucha maleza. Abandonar a los niños es parecido a entregarlos a fuerzas malvadas siempre presentes. Equivale a ser extremadamente negligente e irresponsable.

El bien y el mal están simultáneamente presentes en la naturaleza humana. Pese a que los niños son más simples y puros en comparación, también son propensos a desarrollar pereza, envidia, egoísmo, ser peleadores y otros rasgos negativos. La sociedad es una gran tina de tintura. Si los niños no son criados apropiadamente, entonces para cuando lleguen a su “edad de criterio y decisión”, ya habrán sido contaminados por malos pensamientos y malos hábitos. Llegado ese punto, será demasiado tarde para educarlos.

La indulgencia de los estudiantes llegó a su pico en la obra literaria pedagógica Summerhill: un punto de vista radical sobre la educación, publicada en 1960. El autor del libro, A. S. Neill, estableció un internado inglés en 1921, la Escuela Summerhill, que recibía a niños de entre 5 y 16 años. La escuela daba a los niños completa autonomía. Los niños podían decidir si querían o no ir a clase, o si querían ir a una clase y no a la otra. El pensamiento de Neill sobre la educación estaba fuertemente influenciado por Wilhelm Reich, un filósofo de la escuela de Frankfurt y vigoroso partidario de la libertad sexual, y los dos solían escribirse.

Aparte de lo académico, la escuela también era extremadamente laxa en ética, disciplina y relaciones entre varones y mujeres; seguía todos los valores antitradicionales. Según un exestudiante que fue a la escuela en los años 60, varones y mujeres podían fingir que se casaban y dormir juntos. Neill permitía que los empleados y los estudiantes nadaran desnudos juntos en una piscina al aire libre, y algunos empleados tenían permitido tener citas con alumnos. Su hijastro de 35 años de edad, que enseñaba arte cerámico, solía llevar a niñas de los grados superiores con él a su cuarto. [16]

En su libro, Neill dice: “Cada alumno de los últimos años de Summerhill sabe por mis conversaciones y mis libros que apruebo que, quien lo desee, tenga una vida sexual completa, sin importar su edad”. Incluso insinuó que, si no estuviese prohibido por la ley, habría permitido abiertamente que los niños y las niñas durmieran juntos [17]. Cuando se publicó Summerhill, rápidamente se convirtió en un bestseller. Solo en la década de 1960, vendió más de tres millones de copias, convirtiéndose en una lectura obligada en institutos de pedagogía.

Una antigua máxima china dice así: “Un maestro estricto produce estudiantes destacados”. Estudios en Occidente también descubrieron que los maestros estrictos tienen mejores resultados en las aulas. También tienen una influencia más positiva en la conducta de sus estudiantes. [18] Lamentablemente, en Estados Unidos y en otros países occidentales, bajo la influencia del progresismo y de la autonomía educativa, se han promulgado leyes que limitan el alcance de los padres o de los maestros a la hora de lidiar con los estudiantes. Esto ha causado que los maestros tengan miedo de disciplinar a sus alumnos. Los malos hábitos de los alumnos no son corregidos a tiempo, lo que lleva a un declive precipitado de su sentido de la moral, así como de su desempeño académico.

Educación centrada en los estudiantes

La función más importante de la educación es mantener y transmitir la cultura tradicional de la civilización humana. Esto era muy evidente en la antigua China, donde los maestros y eruditos eran tenidos en la más alta estima. “Un maestro debe transmitir el Dao, enseñar el conocimiento y aclarar la confusión”, de acuerdo con un dicho chino. El pensamiento de la pedagogía progresista de Dewey eliminó la autoridad de los maestros y degradó su importancia. Su postura es antiintelectual y contraria al sentido común. En esencia, contraria a la educación misma.

Los promotores de la pedagogía progresista dicen que hay que colocar a los estudiantes en el centro y dejarlos explorar por su cuenta para que lleguen a sus propias respuestas. La verdadera intención de la pedagogía progresista es cortar el vínculo de los estudiantes con la cultura tradicional. El currículo tradicional contiene un conocimiento acumulado durante miles de años de civilización humana. Negar la autoridad de los maestros en el proceso educativo es negar su rol en la transmisión del conocimiento de la civilización. Este es el motivo ulterior del comunismo.

El libro de 2014 Siete mitos acerca de la educación, de Daisy Christodoulou, analiza y refuta siete ideas equivocadas sobre la educación moderna, incluyendo que “los hechos impiden entender”; “la instrucción guiada por el maestro es pasiva”; “los proyectos y las actividades son la mejor manera de aprender”; y “enseñar conocimientos es adoctrinar” [19]. La mayoría de estos mitos provienen de la pedagogía progresista y han sido transmitidos durante varias generaciones, convirtiéndose en una plaga en la cultura educativa.

Tomemos por ejemplo la primera idea errónea, que aprender los hechos impide una comprensión verdadera. La educación moderna de Estados Unidos ha criticado a los métodos tradicionales de prestar atención a la memorización, leer en voz alta y practicar, y los calificó como “memorización mecánica”, “aprender de memoria” y “repetir hasta morir”. Rousseau atacó la memorización y las lecciones orales en su novela de 1792 Emil, o Sobre la educación, y los pedagogos progresistas de Dewey impulsaron tales teorías.

En 1956, el psicólogo educacional estadounidense Benjamin Bloom y colaboradores publicaron un marco para categorizar los objetivos pedagógicos, conocido como la Taxonomía de Bloom. Esta divide al aprendizaje humano en seis niveles, del más bajo al más alto. En 2001, los niveles fueron actualizados y quedaron en “recordar, entender, aplicar, analizar, evaluar, crear”. Los últimos tres son considerados pensamiento de nivel superior porque implican un análisis cabal. No estamos analizando las fortalezas o debilidades de la clasificación de Bloom en sí, sino meramente señalamos que desde que se propuso el sistema de clasificación, los pedagogos progresistas han utilizado el pretexto de cultivar el “pensamiento de nivel superior” para debilitar la enseñanza de conocimientos en la escuela.

Cualquier persona con sentido común sabe que tener ciertos conocimientos básicos es la base de cualquier tarea intelectual. Sin una reserva de conocimientos, el tal pensamiento de nivel superior, pensamiento crítico y pensamiento creativo engañan a la persona misma y a los demás. El sistema de clasificación de Bloom ofrece una excusa aparentemente científica para el método incomprensible de los pedagogos progresistas.

Una de las plataformas de la teoría de la instrucción centrada en el alumno es que los estudiantes elijan lo que quieren aprender, en base a sus propios intereses. La teoría también afirma que los maestros deben educar a los estudiantes solo en aquello en lo que están interesados.

Que los alumnos disfruten de aprender es a lo que todo maestro debe aspirar, pero los niños tienen un conocimiento superficial y una visión limitada, y no pueden discernir qué es importante aprender y qué no. Los maestros deben asumir la responsabilidad de guiar a los estudiantes para que puedan trascender sus intereses superficiales y amplíen su visión y su comprensión. Complacer simplemente los intereses superficiales de los estudiantes solo hará que se mantengan infantiles. Al apoyar la instrucción centrada en el alumno, los pedagogos están engañando tanto a estudiantes como a padres, lo cual es, en definitiva, irresponsable ante la sociedad.

Estudios han encontrado que en la sociedad estadounidense hay una tendencia en la que los adultos permanecen en una especie de adolescencia por más tiempo que otras poblaciones. La Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina definió en 2002 a la adolescencia como el periodo entre los 12 y los 30 años de edad. Una investigación respaldada por la Fundación MacArthur fue más lejos y dijo que, según los marcadores tradicionales de adultez, actualmente una persona no puede considerarse adulta hasta que llega a la edad de 34 años [20]. El sistema educativo y los medios de comunicación tienen la responsabilidad por esta adolescencia extendida en la que se encuentran muchos adultos.

Una de las excusas de la pedagogía progresista para bajar los requisitos de enseñanza es que al haber más personas inscritas en escuelas secundarias y terciarias, y con estudiantes de toda la sociedad, el nivel promedio no puede ser tan alto como en el pasado. Esta es una idea equivocada. En una sociedad democrática, el objetivo de la educación pública es permitir que aquellos que de otro modo no tendrían los medios para recibir una educación, puedan acceder a ella  –no es para bajar el estándar académico, lo cual afecta el aprendizaje de todos.

El progresismo dice reemplazar asignaturas clásicas “inútiles”, como griego y latín, con asignaturas más contemporáneas, pero a fin de cuentas, la mayoría de las escuelas no introduce asignaturas de alta calidad útiles para la vida moderna, como cursos detallados sobre matemática, economía e historia moderna. Las reformas de currículo y de métodos de enseñanza que promueven los pedagogos progresistas engañan a los estudiantes que aún no tienen una gran comprensión, además de a los padres que confían en las escuelas, los maestros y los supuestos expertos.

Algunos métodos propuestos por la pedagogía progresista son inútiles cuando se los aplica a algunas asignaturas y áreas del aprendizaje. Sin embargo, al observar el movimiento de pedagogía progresista y su trasfondo específico y resultados, queda claro que la pedagogía progresista se coloca en oposición a la educación tradicional, mutando así la educación, y en definitiva, arruinando a los estudiantes.

c. Arruinar el carácter moral de los estudiantes

El 20 de abril de 1999, dos estudiantes de la Escuela Secundaria Columbine en Colorado asesinaron a doce alumnos y un maestro, e hirieron al menos a veinte personas en una masacre cuidadosamente planeada. La tragedia impactó a Estados Unidos. La gente se preguntaba por qué dos estudiantes llevarían a cabo semejante ataque a sangre fría, asesinando a sus compañeros y a un maestro que conocían desde hace años.

Al comparar fenómenos sociales en diferentes períodos históricos, los educadores advirtieron que hasta los años 1960, los problemas con el comportamiento estudiantil en EE. UU. eran menores –llegar tarde, conversar en clase sin permiso o mascar chicle. Después de los años 1980, hubo problemas peores, como consumo de alcohol excesivo, abuso de drogas, sexo premarital, embarazos, suicidios, pandillas o incluso tiroteos indiscriminados, cada vez más frecuentes desde Columbine. Esta tendencia preocupó a millones de personas en Estados Unidos y otros países, pero pocos conocían las verdaderas raíces de estos acontecimientos, y nadie podía prescribir un tratamiento apropiado para estos trastornos.

La distorsión y la espiral descendente de los estándares morales de la juventud estadounidense no son accidentales.

Ateísmo y evolución

El Dr. Frederick Charles Schwarz, pionero del activismo anticomunista, señaló: “Los tres principios básicos del comunismo son el ateísmo, la evolución y el determinismo económico” [21]. Los tres elementos claves de la ideología comunista han sido adoptados por las escuelas públicas de EE. UU.

Lo divino creó la humanidad y estableció los estándares morales que deberían regular la vida humana. La creencia en lo divino sienta la base moral para la sociedad y sostiene la existencia del mundo humano. El comunismo difunde el ateísmo y la teoría de la evolución por la fuerza en las escuelas como un medio para destruir la moral. Esto es de esperarse en Estados comunistas como China y la ex Unión Soviética, pero en Estados Unidos se realizó de manera encubierta.

Bajo el pretexto de la separación de la iglesia y el Estado, los izquierdistas se oponen a la enseñanza del creacionismo en las escuelas públicas estadounidenses, y al mismo tiempo promueven la teoría de la evolución. Este tipo de educación inevitablemente lleva a que disminuya el número de creyentes religiosos, dado que los niños son adoctrinados con la idea de que la teoría de la evolución es una verdad científica que no ha de ser cuestionada.

Desde los años 1960, los tribunales en todo Estados Unidos suprimieron el estudio de la Biblia en la escuelas públicas, también bajo el pretexto de la separación de la iglesia y el Estado. Un tribunal de apelaciones determinó en 1981 que los estudiantes tienen libertad de expresión, a excepción de que la expresión sea una plegaria, en cuyo caso se torna inconstitucional. [22]

En 1987, a los estudiantes de las escuelas públicas de Alaska les dijeron que no utilicen la palabra “Christmas” (Navidad), dado que contiene la palabra “Christ” (Cristo). También les dijeron que no podían entregar tarjetas tradicionales de Navidad ni regalos. Ese mismo año, un tribunal federal de Virginia determinó que los periódicos de homosexuales podían ser distribuidos en el campus de una escuela secundaria, pero los periódicos religiosos estaban prohibidos. En 1993, a un maestro de música de una escuela primaria en Colorado Springs se le impidió enseñar villancicos navideños debido a supuestas violaciones de la separación de la iglesia y el Estado. [23]

Los materiales de enseñanza y de examen de Estados Unidos han sido sometidos a una minuciosa revisión debido a la orientación antiteísta del sistema educativo, combinado con décadas de corrección política. En 1997, Diane Ravitch, una historiadora de la educación, integraba la Junta Regidora de la Evaluación Nacional, la cual provee los exámenes federales a las escuelas. Ella notó que los editores habían modificado algunos pasajes en las pruebas de lectura para eliminar a los héroes que eran hombres blancos y toda referencia al Cristianismo. La máxima “Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos” fue cambiada a “La gente debería tratar de resolver las cosas por sí misma siempre que sea posible”. [24]

Por un lado, el sistema de educación pública estadounidense expulsó la creencia en Dios de las escuelas bajo el pretexto de la separación de la iglesia y el Estado. Por otro lado, la evolución, con sus lagunas no resueltas, fue considerada una verdad evidente a ser inoculada en niños que no tenían preparación mental ni defensa. Los niños tienden a creer en la autoridad de sus maestros.

Los padres con creencias religiosas les enseñan a sus hijos a respetar a otros, pero es probable que los niños que son adoctrinados con la teoría de la evolución desafíen la educación religiosa brindada por sus padres. Como mínimo, ya no tomarán tan seriamente la instrucción religiosa de sus padres. El resultado es que la educación aleja a los niños de los padres con creencias religiosas. Este es el problema más desafiante que las familias creyentes enfrentan cuando se trata de la educación de sus hijos, y es el aspecto más perverso del sistema educativo antiteísta.

Ideología comunista

El capítulo 5 de este libro ilustra la naturaleza de la corrección política: funciona como la policía del pensamiento del comunismo, utilizando un conjunto de estándares políticos distorsionados para reemplazar la moral genuina. Desde la década de 1930, la corrección política ha tenido un rol predominante en el sistema educativo estadounidense. Al ponerla en práctica, toma diversas formas, algunas de las cuales son extremadamente engañosas.

E. Merrill Root, autor de Lavado de cerebro en escuelas secundarias: Análisis de once libros de texto de historia estadounidense, publicado en 1958, investigó once conjuntos de materiales de enseñanza de historia utilizados en Illinois entre 1950 y 1952, y descubrió que estos caracterizaban a la historia de Estados Unidos como una lucha de poder entre ricos y pobres, entre unos pocos privilegiados y los no privilegiados. Esto es, en esencia, el determinismo económico marxista. [25]

En 2013, un distrito escolar de Minnesota adoptó un proyecto llamado Todos para Todos, el cual se enfoca en enseñar sobre la desigualdad racial y salarial. Esta ideología dice que el mal desempeño de los estudiantes es culpa de la discriminación racial o salarial del sistema. El proyecto exigía que todas las actividades de enseñanza estén basadas en la igualdad racial y salarial, y que solo se contrataran maestros y directivos que estuvieran profundamente conscientes de los temas relacionados con estas desigualdades.

El proyecto estaba diseñado para alumnos desde el jardín de infantes hasta el 12° grado. Las clases de inglés del décimo grado se enfocan en los temas de colonización e inmigración, y en las “construcciones sociales” de raza, clase y género. El marco educativo para el undécimo grado decía: “Para fin de año, habrás […] aprendido a aplicar una lente marxista, feminista, postcolonial [y] psicoanalítica […] a la literatura”. [26]

En julio de 2016, California adoptó un nuevo sistema para las ciencias sociales en las escuelas primarias y secundarias. El marco educativo original ya tenía una tendencia izquierdista, y esto hizo que pareciera aún más propaganda ideológica de izquierda. El contenido en el que debería ponerse énfasis en las asignaturas de historia y ciencias sociales –como el espíritu de la fundación de Estados Unidos, y su historia militar, política y diplomática– se vio diluido o ignorado. En contraste, los valores de la contracultura de los años 60 fueron fuertemente destacados, al punto de que parecían ser los principios fundadores de la nación. El currículo también manifiesta un marco claramente antitradicional con respecto al sexo y la familia.

Tomemos por ejemplo las asignaturas del undécimo grado. El nuevo sistema dice que se enfoca en los movimientos de derechos de razas, tribus y religiones minoritarias, además de mujeres y lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT). De hecho, apenas se menciona a las religiones, pero hay mucho escrito sobre minorías sexuales. Los grupos LGBT fueron los primeros incluidos, ocupando una parte importante de las clases de historia del undécimo grado. Las partes sobre LGBT están escritas en un tono que claramente apoya la “liberación sexual”. Por ejemplo, en la parte sobre el SIDA, se sugiere que el miedo de la gente al SIDA causó que decayeran los movimientos de derechos civiles y de liberación sexual. [27]

El contenido sobre sexo ocupa varios capítulos y reemplaza otro tipo de contenido al que los jóvenes deberían prestar mucha más atención. Por ejemplo, en la clase sobre la Primera Guerra Mundial, los estudiantes apenas aprenden sobre el importante rol que tuvo el Ejército de EE. UU., y en cambio aprenden que los soldados estadounidenses consideraban gratificantes las costumbres sexuales de los europeos [28]. Este marco izquierdista está lleno de distorsiones y sesgos, y lleva a los estudiantes a odiar a su propio país. Aunque el marco fue adoptado solo en el estado de California, el impacto de este enfoque ha sido nacional.

d. Manipulación psicológica

Otra de las formas principales con las que se ha corrompido la moral de los estudiantes es el condicionamiento psicológico, que se utiliza para inyectar a los estudiantes el relativismo moral.

En 1978, cientos de padres y maestros asistieron a audiencias para la Enmienda de las Protecciones de los Derechos de los Alumnos, una ley federal que otorga ciertos derechos a los padres de alumnos menores de edad con respecto a hacerles preguntas personales. Los testimonios en las audiencias ocuparon más de 1300 páginas. En su libro Abuso infantil en el salón de clases, publicado en agosto de 1984, la activista conservadora Phyllis Schlafly resumió los temas descritos en los testimonios, incluyendo el uso de “la educación como terapia”. A diferencia de la educación tradicional, que apunta a impartir conocimientos, la educación como terapia se enfoca en cambiar las emociones y actitudes de los alumnos. Este tipo de educación utiliza la enseñanza para someter a los niños a juegos psicológicos. Los hace llenar encuestas sobre temas personales y les pide tomar decisiones de adultos, opinando sobre temas como suicidio y asesinato, matrimonio y divorcio, aborto y adopción. [29]

Tales asignaturas no fueron establecidas por el bien de la salud psicológica de los estudiantes. La intención era cambiar los valores de los estudiantes mediante el condicionamiento psicológico.

Psicología y educación

La educación moderna está fuertemente basada en la filosofía y la psicología. Además de la pedagogía progresista de Dewey, entre otras teorías que tuvieron un gran impacto en el sistema educativo de EE. UU. están el psicoanálisis de Sigmund Freud, la psicología humanística de Carl Rogers y la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, que combina las teorías de Marx y Freud. Herbert Marcuse, un teórico de la Escuela de Frankfurt, pidió la eliminación de todas las inhibiciones, de manera que los jóvenes den rienda suelta a sus instintos naturales y satisfagan sus caprichos personales [30]. Este pensamiento ayudó a acelerar el nacimiento de la contracultura de los años 60.

Profundamente influenciado por las escuelas de pensamiento de psicología arriba mencionadas, el primer director general de la Organización Mundial de la Salud, el psiquiatra canadiense Brock Chisholm, propuso una teoría chocante: a fin de liberar al individuo del dolor psicológico, hay que neutralizar la moral y el concepto del bien y el mal. En un discurso de 1946 dijo:

¿Qué distorsión psicológica básica puede ser encontrada en cada civilización de la cual sabemos algo? Debe ser una fuerza que desalienta la capacidad de ver y reconocer hechos evidentes […] lo cual produce inferioridad, culpa y miedo […] La única fuerza psicológica capaz de producir estas perversiones es la moral, el concepto del bien y el mal. […]

Hemos sido muy lentos en redescubrir esta verdad y en reconocer la innecesaria inferioridad, culpa y miedo, impuestos artificialmente y comúnmente conocidos como pecado, bajo los cuales casi todos hemos batallado y que producen mucho del desajuste social e infelicidad del mundo. […]

Si la raza ha de ser liberada de su carga incapacitante del bien y el mal, [entonces] deben ser los psiquiatras los que asuman la responsabilidad original. [31]

Chisholm declaró la guerra contra la moral. Aparentemente influenciado por este, el psicólogo humanista Carl Rogers inventó las clases de “clarificación de valores”, con el propósito de erradicar los valores tradicionales y los conceptos del bien y el mal.

Con el tiempo, el relativismo moral de Dewey, el rechazo a las inhibiciones de la Escuela de Frankfurt y las teorías psicológicas de Chisholm trabajaron en conjunto para atacar y socavar los valores tradicionales. Destruyeron las fortificaciones morales de las escuelas públicas de Estados Unidos.

Relativismo moral

Los estadounidenses que asistieron a la escuela a los fines de la década de 1970 podrán recordar una situación hipotética que muchos maestros planteaban en clase. La historia es así: un barco se hunde, y el capitán, varios niños, una mujer embarazada y un hombre homosexual suben a un bote salvavidas. El bote está sobrecargado y hay que quitar a una persona. Los maestros luego pedían a los estudiantes que debatieran y decidieran quién debía bajarse del bote, renunciando a su vida. El maestro no comentaba ni juzgaba las opiniones de los estudiantes.

Esta historia se solía utilizar en las clases de clarificación de valores que emergieron en los años 70. Además de ser usadas para clarificación de valores, las clases se utilizaban para enseñar sobre toma de decisiones, educación afectiva, el programa de prevención de drogas Lions Quest y educación sexual.

William Kilpatrick, autor del libro de 1993 Por qué Juanito no puede discernir entre el bien y el mal, señaló que esas clases habían “convertido los debates en el aula en ‘charlas informales’ en las que iban y venían opiniones pero nunca se llegaba a conclusiones”. Kilpatrick escribió:

“El resultado es que en los salones de clases los maestros actúan como conductores de un programa de entrevistas, y los temas recomendados para debate son el intercambio de esposas, el canibalismo y enseñarle a los niños a masturbarse. […] Para los estudiantes, significó una total confusión sobre los valores morales: aprender a cuestionar valores que apenas habían adquirido, desaprender los valores enseñados en casa y concluir que las cuestiones de lo correcto y lo incorrecto son siempre meramente subjetivas. […] Ha creado una generación de analfabetos morales: estudiantes que conocen sus propios sentimientos pero que no conocen su cultura”. [32]

Sowell entendía que estas sesiones utilizaban las mismas técnicas desarrolladas en países totalitarios para lavar el cerebro de la gente. Entre ellas, las siguientes:

  1. Estrés emocional, conmoción o insensibilización para romper con la resistencia tanto intelectual como emocional
  2. Aislamiento, ya sea físico o emocional, de las fuentes familiares de apoyo emocional
  3. Cuestionar valores preexistentes, por lo general manipulando la presión de los pares
  4. Despojar al individuo de las defensas normales, tales como la reserva, la dignidad, el sentido de la privacidad o la capacidad de negarse a participar
  5. Premiar la aceptación de las nuevas actitudes, valores y creencias–una recompensa que simplemente puede ser no sufrir la presión a la que se somete a quienes se resisten, o puede tomar otra forma simbólica o tangible [33]

Sowell señala que las sesiones alientan a los estudiantes a rebelarse contra los valores morales tradicionales enseñados por sus padres y la sociedad. Las clases se conducían de una manera neutral o “sin juicios de valor”. En otras palabras, el maestro no distingue entre lo correcto y lo incorrecto, sino que busca lo que se siente bien para un individuo. “Este método general se llama ‘clarificación de valores’. Se enfoca en los sentimientos de la persona, en vez de en los requisitos para una sociedad funcional o los requisitos para un análisis intelectual”. [34]

Educación sobre la muerte y para la prevención de drogas

En septiembre de 1990, el canal de televisión estadounidense ABC transmitió un programa que dejó preocupados a muchos espectadores. En este, se veía que una escuela llevó a sus alumnos a una morgue como parte de su “educación sobre la muerte” y los estudiantes vieron y tocaron cadáveres. [35]

Actividades comunes en las clases de educación sobre la muerte incluyen pedirle a los estudiantes que dibujen sus tumbas, elijan sus ataúdes, organicen su propio funeral y escriban su obituario.

A los estudiantes se les hizo las siguientes preguntas:

“¿Cómo morirás?”

“¿Cuándo morirás?”

“¿Has conocido a alguien que tuvo una muerte violenta?”

“¿Cuándo fue la última vez que lamentaste la muerte de alguien? ¿Lo expresaste con lágrimas o con un dolor silencioso? ¿Lamentaste la muerte solo o con alguien más?”

“¿Crees en la vida después de la muerte?” [36]

Por supuesto, estas preguntas no tienen nada que ver con el estudio. Están diseñadas para indagar sobre las perspectivas de los estudiantes hacia la vida, sus creencias religiosas y sus personalidades. Algunas de las preguntas apuntan a desencadenar ciertas reacciones y pueden tener un impacto negativo en los adolescentes. Se dice que la educación sobre la muerte puede ayudar a los estudiantes a tener la actitud apropiada frente a la misma. Sin embargo, algunos alumnos que tomaron estas clases acabaron suicidándose. Para el programa de 1990 mencionado arriba, la ABC entrevistó a una alumna de la Escuela Secundaria Columbine que dijo que sus planes de suicidarse estaban directamente relacionados con la educación sobre la muerte que le impartieron en la escuela. Dijo que las clases hacían que la muerte pareciera glamorosa, “muy emocionante, muy atractiva” [37]. Aunque la relación causal no ha sido establecida científicamente, es ciertamente razonable que los padres sospechen y teman que al exponer a estudiantes psicológicamente inmaduros a información sobre la muerte y el suicidio, algunos alumnos tiendan a desarrollar depresión y desesperanza, lo cual podría contribuir a las razones para cometer suicidio.

La educación para la prevención de drogas también se ha vuelto popular en las escuelas. Sin embargo, en 1976, el Dr. Richard Blum de la Universidad de Stanford realizó un estudio de cuatro años sobre una asignatura de educación para la prevención de drogas llamada Decidir. El estudio descubrió que los estudiantes que cursaron la asignatura comenzaron a consumir drogas antes y consumieron más drogas que el grupo de control que no cursó la asignatura.

En 1978 y 1985, el profesor Stephen Jurs realizó un proyecto de investigación en el que comparó la tasa de estudiantes que fumaban y se drogaban entre quienes habían asistido al curso de autoestima llamado Búsqueda y aquellos que no. El curso estaba pensado para ayudar a los estudiantes a tomar decisiones sensatas y sanas, pero los resultados mostraron lo opuesto: después de participar, hubo un aumento del uso de drogas. Quienes no tomaron el curso mantuvieron una tasa estable o más baja de alumnos que fumaban y se drogaban. [38]

Ni la educación sobre la muerte ni la educación para la prevención de drogas generaron el resultado esperado, entonces, ¿cuál es el verdadero propósito? El propósito era contaminar a los niños.

Los niños son muy curiosos, pero tienen una base moral inmadura. El contenido nuevo y extraño estimula su curiosidad y los puede llevar por un mal camino. Al mismo tiempo, dicha educación tiende a desensibilizar a los estudiantes, y hace que consideren a la violencia, la pornografía, el terror y la decadencia moral simplemente como algo normal de la vida. A su vez, su tolerancia hacia la maldad aumenta. Todo el ejercicio es parte de un plan maligno para usar el arte, la violencia y la pornografía para degenerar la moral.

Educación sexual pornográfica

Tanto en Oriente como en Occidente, tradicionalmente el sexo ha sido un tema tabú en público. De acuerdo con ambas tradiciones, lo divino estableció que la conducta sexual debe ocurrir solo dentro del matrimonio. Todas las otras formas de conducta sexual son consideradas promiscuas y pecadoras, y violan los estándares divinos de moral. Esto hace del sexo y el matrimonio algo inseparable, y el sexo no puede ser un tema de debate público en una sociedad que funciona apropiadamente. En la sociedad tradicional, los jóvenes solo recibían educación en anatomía, y no había necesidad de la educación sexual de hoy.

El concepto moderno de educación sexual fue presentado por primera vez por el marxista húngaro György Lukács, fundador de la Escuela de Frankfurt de teoría social y filosofía. Su propósito fue trastocar completamente los valores occidentales tradicionales. En 1919, Lukács fue nombrado ministro de cultura en el breve régimen bolchevique húngaro. Desarrolló un programa de educación sexual radical que enseñaba a los estudiantes sobre el amor libre y que el matrimonio es obsoleto.

En Estados Unidos, Alfred Kinsey, financiado por fundaciones de Rockefeller, publicó el Informe Kinsey –dos best-sellers titulados Comportamiento sexual del hombreComportamiento sexual de la mujer– a fines de los 40 y principios de los 50. En su investigación –luego desacreditada– utilizó a pedófilos para realizar experimentos sexuales en bebés y niños. La idea de Kinsey de que los niños son “seres sexuales” desde el nacimiento que deben ser educados de manera explícita sobre toda forma de actividad sexual es la base para la educación sexual moderna. [39]

La revolución sexual de los 60 aniquiló los valores occidentales tradicionales que quedaban. Las tasas de enfermedades de transmisión sexual y el embarazo adolescente comenzaron a aumentar rápidamente. Quienes buscaban resolver tales problemas sociales promovieron la educación sexual. Pero en un sistema educativo que ya se había desviado de las enseñanzas morales tradicionales, la educación sexual consideró al coito como algo separado del matrimonio, y en cambio puso énfasis en la prevención (evitar las enfermedades y el embarazo), siguiendo así el modelo de Lukács para la educación sexual que ignora todos los aspectos morales de la actividad sexual.

Esta forma de educación se convirtió en una herramienta para destruir a la juventud. También se expuso a los estudiantes a la conducta extramarital y promiscua de la homosexualidad, normalizando así tal comportamiento. El resultado de todo esto ha sido que la generación joven se entrega a lo que ellos creen que es libertad, pero que en realidad es un camino que los desvía de los estándares establecidos por lo divino. Este tipo de educación sexual a partir de la escuela primaria ya ha destruido los valores tradicionales de la familia, la responsabilidad individual, el amor, la castidad, el honor, el autocontrol, la fidelidad, y más.

La forma de pedagogía progresista de “aprender haciendo” de John Dewey es una herramienta conveniente para los marxistas. El programa de educación sexual Foco en los Niños, ampliamente promovido por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), recomienda una actividad en la que los maestros organizan a los estudiantes para competir en la “carrera del condón”. Cada estudiante debe colocar un preservativo en un juguete sexual para adultos y luego removerlo. Gana el que termina más rápido. [40] En otro ejercicio de Foco en los Niños, el maestro les indica a los estudiantes que imaginen formas de tener intimidad.

¡Estate orgulloso! ¡Sé responsable! es otro programa que cuenta con el apoyo del CDC y es promovido por Planned Parenthood y otras organizaciones. El programa requiere que los estudiantes hagan un juego de rol, por ejemplo, dos alumnas simulan debatir sobre tener sexo seguro juntas [41]. Para la mayoría de la gente que todavía tiene valores tradicionales en su corazón, es difícil distinguir entre estas supuestas actividades educativas y la pornografía infantil.

El principal impulsor de este programa, Planned Parenthood, es el mayor proveedor de educación sexual en Estados Unidos y tiene presencia en muchos países. También promueve el derecho al aborto. La organización fue fundada en 1921 como la Liga Americana del Control de Natalidad. Su fundadora, Margaret Sanger, era una socialista progresista que viajó a la Rusia de Stalin, donde fortaleció su creencia en la eugenesia. “Debemos detener la reproducción de las familias estúpidas que han hecho y aún hacen mucho daño social y racial”, dijo en el borrador de un artículo. Sanger también fue una fuerte impulsora del movimiento de liberación sexual. Está registrado que dijo que las relaciones extramaritales “realmente me liberan” [42]. Incluso aconsejó a su nieta de dieciséis años que tuviera relaciones sexuales con frecuencia, diciendo que “tres veces por día está bastante bien” [43].

Perfectamente normal es un libro de texto de educación sexual que ha sido traducido a 21 idiomas y ha vendido más de un millón de copias en todo el mundo. El libro utiliza casi cien dibujos de desnudos para describir diversos movimientos, sentimientos y sensaciones físicas, tanto normales como anormales, de la masturbación entre sexos opuestos y entre homosexuales, además de métodos anticonceptivos y aborto. Los autores declaran que los niños tienen el derecho a saber toda esa información [44]. El tema principal del libro es que esta variedad de comportamientos sexuales son todos “perfectamente normales” y que nadie debería ser juzgado por ello.

En un libro de texto sobre educación sexual que es ampliamente utilizado en escuelas secundarias, el autor le dice a los niños que algunas religiones creen que el sexo fuera del matrimonio es un pecado y dice: “Tendrás que decidir por ti mismo cuán importantes son estos mensajes para ti” [45]. En resumen, esta cosmovisión dice que todos los valores son relativos y que los niños pueden decidir por sí mismos qué es correcto e incorrecto.

Hoy en día las escuelas públicas de Estados Unidos tienen básicamente dos tipos de clases de educación sexual. Uno de ellos, fuertemente promovido por organizaciones pedagógicas, ya ha sido descrito anteriormente: el currículo completo de educación sexual, el cual incluye instrucciones sobre comportamiento sexual, anticonceptivos, prevención de enfermedades de transmisión sexual, y demás. El otro tipo enseña a los jóvenes a controlar su deseo sexual, no habla de anticoncepción y promueve la abstención sexual hasta después del matrimonio.

Es innegable que la moral de la sociedad, especialmente la actitud en general hacia el sexo, se ha desviado de la moral tradicional basada en la fe. Los medios de comunicación e Internet están llenos de contenido pornográfico, todo lo cual arrastra a los niños hasta el borde del abismo. En el campo educativo actual, controlado por el ateísmo, la mayoría de las escuelas públicas que siguen la “neutralidad de valores” no quieren o no se atreven a enseñar a los niños que el sexo fuera del matrimonio es inmoral, y tampoco enseñan a los niños a diferenciar lo correcto de lo incorrecto en base a los principios morales tradicionales.

La educación sexual sigue siendo un tema candente en la sociedad. Hay numerosos argumentos de distintos sectores en torno al tema de la protección en la actividad sexual, con el foco en el embarazo adolescente y en las enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, el hecho de que las escuelas enseñen a los adolescentes sobre comportamiento sexual obviamente aumentará el sexo fuera del matrimonio, lo cual viola la moral sexual tradicional. Si no hubieran embarazos adolescentes ni enfermedades de transmisión sexual, ¿eso significaría que está bien que los adolescentes sean promiscuos? Con una actitud cada vez más decadente hacia la conducta sexual, el comunismo se esfuerza por alcanzar su objetivo de destruir la moral humana.

Autoestima y egocentrismo

Desde los años 1960, un nuevo dogma ha sido fuertemente promovido en las escuelas y es responsable por una gran caída en la calidad educativa: es el culto a la “autoestima”. En la superficie, la autoestima debería referirse a un sentimiento de confianza y respeto hacia uno mismo que surge de las propias habilidades y logros. No obstante, la autoestima promovida en las escuelas de EE. UU. es algo completamente diferente.

En su libro La currícula del sentirse bien: Atontando a los niños de EE. UU. en nombre de la autoestima, la investigadora en pedagogía Maureen Stout escribe sobre un fenómeno común en las escuelas estadounidenses: los estudiantes se preocupan por sus calificaciones, pero no les importa lo que aprendieron o cuánto se esforzaron. Para satisfacer las pretensiones de los estudiantes de tener mejores calificaciones, los maestros se ven obligados a reducir la dificultad de los exámenes y de la tarea. Pero esto solo da como resultado estudiantes con un desempeño más bajo que se esfuerzan aún menos.

Stout afirma que los maestros parecen acostumbrados al fenómeno e incluso creen que la escuela debería ser como un útero: aislada del mundo exterior de manera que los estudiantes logren comodidad emocional pero no desarrollo intelectual o resiliencia. El foco recae en los sentimientos de los estudiantes, no en su crecimiento en general. [46]

Tal como señalan muchos observadores, el dogma de la autoestima confunde causa con efecto. La autoestima es el resultado del esfuerzo, no una precondición para el éxito. En otras palabras, sentirse bien no lleva al éxito, sino que uno se siente bien después de tener éxito.

Esta idea equivocada de autoestima es el subproducto del estilo psicoterapéutico de la educación que está en auge desde los años 60. La educación psicoterapéutica terminó adoctrinando a un gran número de jóvenes con un sentido de privilegio y victimismo. Stout delinea la mentalidad común como: “Quiero hacer lo que quiero, como quiero y cuando quiero, y nada ni nadie me lo impedirá”. [47]

La educación estadounidense exagera la ideas de libertad y egocentrismo en nombre de la autoestima sentimental. Este tipo de educación produce una generación de jóvenes que no valoran la moral y no asumen responsabilidades. Solo les importan sus propios sentimientos y no los sentimientos de otros. Buscan el placer pero intentan evitar el esfuerzo, el sacrificio y el sufrimiento. Esto ha sembrado el caos en la moral de la sociedad estadounidense.

e. Infiltración en la educación

El control sobre la educación primaria y secundaria estadounidense

Por largo tiempo luego de la fundación de Estados Unidos, el gobierno federal no estuvo involucrado en la educación, sino que tales decisiones eran responsabilidad de cada estado. En 1979, el gobierno federal estableció el Departamento de Educación y desde entonces su jurisdicción se amplió. Actualmente, su poder sobre las estrategias educativas y la distribución de presupuestos de educación sobrepasa por mucho el poder que solía tener. Los padres, los distritos escolares y los gobiernos estatales, que solían tener más influencia en la educación, están cada vez más obligados a acatar órdenes de funcionarios del gobierno federal. Los padres y los distritos escolares perdieron gradualmente su poder de decidir qué y cómo enseñar en las escuelas.

El poder en sí mismo es neutral –son aquellos que lo ejercen quienes pueden usarlo para el bien o para el mal. La centralización del poder en sí misma no es necesariamente algo malo, sino una cuestión de cómo la persona o la institución utiliza su poder y con qué fin. La centralización del poder en la educación estadounidense es un asunto importante dado que el marxismo se infiltró en todos los niveles, especialmente en la burocracia central. Bajo tales circunstancias, una vez que se toma una decisión incorrecta, el impacto es extensivo, y los pocos individuos que lo ven claramente no pueden simplemente revertirlo por sí mismos.

Como lo explica la escritora y exmaestra Berverly K. Eakman, uno de los resultados de la centralización del poder en la educación estadounidense es que los funcionarios a cargo de la educación no pueden, en un corto período de tiempo, ver cómo se desarrollan históricamente sus estrategias educativas y cuán grande es el impacto que pueden tener a largo plazo. Aunque algunas estrategias pueden plantear dudas, la mayoría de la gente no tiene el tiempo, la energía, los recursos o la valentía para investigar por sí misma. Incluso si en algunos casos surgen sospechas, sin otras piezas del rompecabezas, poco pueden hacer más que obedecer lo que les dicen sus supervisores. Entonces todos se convierten en parte de una maquinaria gigantesca. Es difícil para ellos ver las consecuencias de sus decisiones en los estudiantes y en la sociedad, y como resultado, su responsabilidad moral se ve atenuada [48]. El comunismo puede tomar ventaja de las debilidades de este sistema y romper las defensas de la sociedad una por una.

Lo que es más, los institutos de formación docente, las casas editoriales, las organizaciones de acreditación educativa y las instituciones de acreditación de maestros tienen impactos decisivos en la educación, y por lo tanto todos se convierten en blancos para la infiltración.

El rol de los sindicatos de docentes

El Capítulo 9 de este libro discute cómo el comunismo manipula y utiliza los sindicatos. Los sindicatos de docentes son una de las razones claves del fracaso de la educación estadounidense. A estos sindicatos no les importa elevar la calidad de la educación, y en cambio se han convertido en organizaciones profesionales que premian el fracaso, protegen la incompetencia y sacrifican a los maestros con escrúpulos que aspiran a hacer una contribución en su carrera y que verdaderamente se dedican a enseñar a los estudiantes.

En su artículo “Cómo los sindicatos docentes restringen a las escuelas”, el editor y escritor de City Journal Sol Stern da el ejemplo de Tracey Bailey, un exmaestro de ciencias en un bachillerato que ganó el Premio Nacional al Maestro del Año en 1993. En ese tiempo, el líder de la Federación Estadounidense de Maestros llamó a Bailey y le dijo que estaba feliz de que un afiliado al sindicato hubiera ganado el premio. Bailey luego se desafilió y ahora cree que los grandes sindicatos docentes son la razón principal del fracaso de la educación pública estadounidense. Él sostiene que los sindicatos son simplemente un grupo de interés especial que protege el status quo de “un sistema que con demasiada frecuencia premia la mediocridad y la incompetencia”. [49]

Los grandes sindicatos docentes de EE. UU. están bien financiados y tienen una inmensa influencia; están entre los grupos de lobby político más poderosos del país y se han convertido en el principal obstáculo para una reforma positiva dentro del sistema educativo. Por ejemplo, la Asociación de Maestros de California, subordinada a la Federación Estadounidense de Maestros, utiliza los enormes fondos recaudados entre sus afiliados para ejercer presión por ciertas leyes y efectuar donaciones políticas.

En 1991, California buscaba insertar la Propuesta 174 en su constitución estatal, que permitiría a las familias utilizar vouchers de escuelas provistos por el gobierno estatal para elegir las mejores escuelas para sus hijos. No obstante, la Asociación de Maestros de California bloqueó la propuesta e incluso amenazó a escuelas con revocar sus contratos con una franquicia de hamburguesas que había donado USD 25,000 a la propuesta. [50]

La exclusión de la familia en la educación de los niños

Otro de los objetivos principales del comunismo es separar al niño de sus padres en cuanto nace, y hacer que la comunidad o la nación lo críen. Eso no es algo fácil de lograr, pero las cosas se han estado moviendo en esa dirección.

En países comunistas, se incentiva a los estudiantes de la clase “burguesa” a que corten la relación con sus padres. Además, la educación centrada en exámenes alarga el tiempo que los alumnos deben pasar en la escuela, reduciendo así el impacto que los padres pueden tener en sus hijos.

En países occidentales se usan diferentes métodos para excluir la influencia de la familia en la educación de los hijos. Esto incluye maximizar el tiempo de los alumnos en la escuela, reducir la edad mínima para que los niños comiencen su escolaridad, evitar que los alumnos lleven libros de texto y materiales de estudio a su casa, y desalentar que los alumnos comenten a sus padres sobre los temas controvertidos que aprendieron en clase.

Asignaturas como “Educación para la clarificación de valores” intentan separar a los alumnos de sus padres. Un padre de un estudiante de la clase Búsqueda comentó: “Pareciera que siempre se ve a los padres con malos ojos. Digamos que la historia trata sobre un padre y su hijo; y el padre siempre es autoritario, siempre muy estricto, siempre injusto”. Generalmente el significado entre líneas de estas asignaturas es que “tus padres no te entienden, pero nosotros sí”. [51]

A veces, por cuestiones legales, los alumnos primero deben tener el consentimiento de los padres para poder participar en ciertas actividades. En tales ocasiones, los maestros o el personal administrativo de la escuela suelen usar palabras engañosas o ambiguas para que les sea difícil a los padres saber en detalle qué es lo que están autorizando. Si los padres se quejan, las autoridades de la escuela o el distrito escolar tienen métodos para lidiar con las quejas: postergar, reducir la responsabilidad o tomar una postura de superioridad. Por ejemplo, pueden decir que los padres no tienen el conocimiento profesional de los docentes, que otros distritos escolares están haciendo lo mismo, que solo tu familia se está quejando, etc.

La mayoría de los padres no tienen el tiempo o los recursos para involucrarse en una disputa prolongada con la escuela o el distrito escolar. Además, en unos pocos años, el alumno se graduará. Los padres generalmente prefieren no decir nada. Mientras tanto, el niño es prácticamente rehén de la escuela, y los padres no se atreven a ofender a las autoridades. Cuando los padres sí protestan contra las prácticas de la escuela, las autoridades escolares los pueden catalogar de extremistas, problemáticos, fanáticos religiosos, intolerantes, fascistas, y cosas por el estilo. Así, las autoridades escolares disuaden a otros padres de plantear cualquier objeción. [52]

Jerga educativa engañosa y rebuscada

En el prefacio de su libro El deliberado plan para atontar EE. UU., Iserbyt señala que Estados Unidos está librando una guerra secreta, en la que los involucrados usan herramientas sofisticadas como la “dialéctica hegeliana (puntos en común, consenso y acuerdo mutuo)”, “gradualismo (dos pasos adelante, un paso atrás)” y “engaño semántico (redefinir términos para obtener un consenso sin entender)”. [53]

Schlafly también escribió sobre este fenómeno. En el prólogo de su libro Abuso infantil en el salón de clases, dijo que las clases de psicoterapia usan un conjunto de términos especiales para evitar que los padres entiendan el verdadero propósito y método de tales asignaturas. Estos términos incluyen modificación del comportamiento, pensamiento crítico del orden superior, razonamiento moral, etc. [54]

Durante décadas, los pedagogos estadounidenses han creado un cegador despliegue de términos como constructivismo, aprendizaje cooperativo, aprendizaje experimental, entendimiento profundo, resolución de problemas, educación basada en resultados, aprendizaje personalizado, entendimiento conceptual, aprendizaje para toda la vida, instrucción interactiva alumno-maestro, y así sucesivamente. Son demasiados para nombrar. Algunos conceptos parecen razonables, pero al investigar el contexto de los términos y en qué derivan revela que su propósito es desacreditar la educación tradicional y bajar el nivel de la educación. [55]

Cambios a las asignaturas y los libros de texto a gran escala

Nadie se atreve a llamarlo traición, publicado en 1964, analiza el programa de reforma de libros de texto de los años 30. Esta reforma combinó el contenido de diferentes disciplinas, como historia, geografía, sociología, economía y ciencias políticas, en un conjunto de libros de texto que abandonó el contenido, el sistema de valores y la manera de codificar de los libros de texto tradicionales. “Tan pronunciado era el sesgo antirreligioso” y “tan abierta era la propaganda para el control socialista de la vida del hombre” que los libros degradaban a los héroes estadounidenses y la Constitución de EE. UU., escribió el autor John A. Stormer. [56]

Este conjunto de libros de texto era muy amplio y no encajaba en ninguna disciplina tradicional; por lo tanto, expertos de diversas disciplinas no les prestaron mucha atención. Muchos años después, cuando el público se dio cuenta del problema y comenzó a oponerse a los libros, cinco millones de estudiantes ya habían sido educados con tales materiales. Para ese entonces, fue imposible hacer que los libros de texto volvieran a su forma tradicional.

Si los cambios a los libros de texto se hubieran hecho de manera transparente, habrían sido cuestionados y habrían enfrentado la resistencia de expertos y padres. Los nuevos libros de texto, que mezclaban varias asignaturas juntas, no pertenecían claramente a la taxonomía de ninguna asignatura en particular, por lo que a los expertos se les dificultaba juzgar el contenido que excedía el campo de su propia profesión. Esto hace que sea relativamente fácil que los libros sean aprobados y aceptados por los distritos escolares y la sociedad.

Cambios similares en el currículo escolar y los materiales de enseñanza siguieron ocurriendo durante todo el siglo XX y XXI. Aunque una minoría de personas pueda reconocer y oponerse a estas medidas, sus voces son ignoradas y tienen pocas chances de detener los cambios planeados ante la influencia del lobby progresista. Después de varias rondas de reforma, la nueva generación de estudiantes queda aún más separada de la tradición, haciendo casi imposible que puedan volver a reconectarse.

Los libros escolares de Estados Unidos constantemente pasan por actualizaciones y revisiones. Algunos dicen que es porque el conocimiento ha crecido a un paso acelerado. Sin embargo, el conocimiento básico que debe aprenderse en la escuela primaria y secundaria no ha cambiado mucho. Entonces, ¿por qué han habido tantos libros que se imprimen y reeditan constantemente? La razón superficial es que las editoriales compiten entre sí. En la superficie, ellos no quieren que los estudiantes usen una y otra vez los mismos libros durante años para así poder ganar más dinero, pero en un nivel más profundo, al igual que con la reorganización del contenido del libro, el proceso ha sido utilizado para distorsionar los materiales de enseñanza para las próximas generaciones.

Reforma educativa: Una lucha dialéctica

Desde los años 50 y 60, la educación estadounidense ha pasado por varias reformas, pero ninguna produjo las mejoras que se esperaban. En 1981, las calificaciones SAT de los estudiantes estadounidenses llegaron a su nivel más bajo, lo que provocó la publicación del informe Una nación en riesgo y el movimiento de “vuelta a lo básico”. A fin de cambiar las vergonzosas circunstancias de la educación de Estados Unidos, desde los años 90 se han lanzado varias reformas educativas a gran escala, pero han tenido poco efecto. No solo no ayudaron, sino que causaron problemas más difíciles de resolver. [57]

La mayoría de la gente involucrada en la reforma educativa quiere sinceramente hacer cosas buenas por los estudiantes y la sociedad, pero debido a la influencia de diversas ideas comunistas, sus intenciones suelen ser contraproducentes. El resultado de muchas de estas reformas terminan promoviendo ideas comunistas. Al igual que en otros ámbitos, la infiltración mediante la reforma educativa no necesita ganar cada batalla.

El objetivo de la reforma no es que funcione. De hecho, cada reforma está diseñada para fracasar a fin de ofrecer una excusa para la próxima. Cada reforma es una desviación más profunda, cada una hace que la gente se distancie más de la tradición. Esta es la dialéctica de la lucha –un paso atrás y dos adelante. De esta manera, la gente no solo no lamentará el colapso de la tradición… ni siquiera sabrán qué es tradición.

A continuación: Capítulo 12, Parte 2

Actualizado el 30 de junio de 2020.

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Referencias

1. Yuri Bezmenov, as quoted in G. Edward Griffin, Deception Was My Job: A Conversation with Yuri Bezmenov, Former Propagandist for the KGB (New York: American Media Inc., 1985).

2. National Commission on Excellence in Education, A Nation at Risk (Washington DC: US Department of Education, 1983), https://www2.ed.gov/pubs/NatAtRisk/risk.html.

3. Ibid.

4. Mark Bauerlein, The Dumbest Generation: How the Digital Age Stupefies Young Americans and Jeopardizes Our Future (New York: Tarcher, 2008), chap. 1.

5. John Taylor Gatto, Dumbing Us Down: The Hidden Curriculum of Compulsory Schooling (Gabriola Island, BC, Canada: New Society Publishers, 2005), 12.

6. Charles J. Sykes, Dumbing Down Our Kids: Why American Children Feel Good About Themselves but Can’t Read, Write, or Add (New York: St. Martin’s Press, 1995), 148–9.

7. Thomas Sowell, Inside American Education: The Decline, the Deception, the Dogmas (New York: The Free Press, 1993), 4.

8. Charlotte Thomson Iserbyt, The Deliberate Dumbing Down of America: A Chronological Paper Trail (Ravenna, OH: Conscience Press, 1999), xvii.

9. Sidney Hook, as quoted in Robin S. Eubanks, Credentialed to Destroy: How and Why Education Became a Weapon (Scotts Valley, CA: Createspace Independent Publishing Platform, 2013), 48.

10. Albert P. Pinkevich, as quoted in Eubanks, Credentialed, 49.

11. Alan Ryan, as quoted in Eubanks, Credentialed, 45–46.

12. “Ten Most Harmful Books of the 19th and 20th Centuries,” Human Events, May 31, 2005, http://humanevents.com/2005/05/31/ten-most-harmful-books-of-the-19th-and-20th-centuries/.

13. Mortimer Smith, And Madly Teach: A Layman Looks at Public School Education (Chicago: Henry Regnery Company, 1949).

14. John A. Stormer, None Dare Call It Treason (Florissant, MO: Liberty Bell Press, 1964), 99.

15. Samuel Taylor Coleridge, as quoted in I. L. Kandel, “Prejudice the Garden toward Roses?” The American Scholar 8, no. 1 (Winter 1938–1939): 77.

16. Christopher Turner, “A Conversation About Happiness, review – a childhood at Summerhill,” The Guardian, March 28, 2014, https://www.theguardian.com/books/2014/mar/28/conversation-happiness-summerhill-school-review-mikey-cuddihy.

17. A. S. Neill, Summerhill: A Radical Approach to Child Rearing (New York: Hart Publishing Company, 1960), chap. 3.

18. Joanne Lipman, “Why Tough Teachers Get Good Results,” The Wall Street Journal, September 27, 2013, https://www.wsj.com/articles/why-tough-teachers-get-good-results-1380323772.

19. Daisy Christodoulou, Seven Myths About Education (London: Routledge, 2014).

20. Diana West, The Death of the Grown-Up: How America’s Arrested Development Is Bringing Down Western Civilization (New York: St. Martin’s Press, 2008), Kindle Edition.

21. Fred Schwarz and David Noebel, You Can Still Trust the Communists … to Be Communists (Socialists, Statists, and Progressives Too) (Manitou Springs, CO: Christian Anti-Communism Crusade, 2010), http://www.schwarzreport.org/resources/you-can-trust-the-communists-to-be-communists.

22. Stein v. Oshinsky, 348 F.2d 999 (2nd Cir. 1965); Collins v. Chandler Unified School District et al., 644 F.2d 759 (9th Cir. 1981).

23. John Taylor Gatto, The Underground History of American Education: A Schoolteacher’s Intimate Investigation Into the Problem of Modern Schooling (Baltimore: Odysseus Group, 2000), chap. 14.

24. Diane Ravitch, “Education after the Culture Wars,” Daedalus 131, no. 3 (Summer 2002), 5–21.

25. E. Merrill Root, Brainwashing in the High Schools: An Examination Of Eleven American History Textbooks (Papamoa Press, 2018), Kindle edition.

26. Katherine Kersten, “Inside a Public School Social Justice Factory,” Washington Examiner, February 1, 2018, https://www.washingtonexaminer.com/weekly-standard/inside-a-public-school-social-justice-factory.

27. History Social Science Framework, adopted by the California State Board of Education July 2016 (Sacramento: California Department of Education, 2017), 431, https://www.cde.ca.gov/ci/hs/cf/documents/hssfwchapter16.pdf.

28. Ibid., 391.

29. Phyllis Schlafly, ed., Child Abuse in the Classroom (Wheaton, IL: Crossway Books, 1984), 13.

30. Herbert Marcuse, Eros and Civilization: A Philosophical Inquiry Into Freud (Boston: Beacon Press, 1966), 35.

31. Brock Chisholm, as quoted in B. K. Eakman, Cloning of the American Mind: Eradicating Morality through Education (Lafayette, LA: Huntington House Publishers, 1998), 109.

32. William Kilpatrick, Why Johnny Can’t Tell Right from Wrong and What We Can Do About It (New York: Simon & Schuster, 1993), 16–17.

33. Sowell, Inside American Education, 36.

34. Ibid., 48.

35. 20/20, “Death in the Classroom,” ABC, August 30, 1991, https://www.youtube.com/watch?v=vbiY6Fz6Few.

36. Sowell, Inside American Education, 38.

37. “Death in the Classroom.”

38. Kilpatrick, Why Johnny, 32.

39. Judith A. Reisman et al., Kinsey, Sex and Fraud: The Indoctrination of a People (Lafayette, LA: Lochinvar-Huntington House, 1990).

40. Robert Rector, “When Sex Ed Becomes Porn 101,” The Heritage Foundation, August 27, 2003, https://www.heritage.org/education/commentary/when-sex-ed-becomes-porn-101.

41. Ibid.

42. Margaret Sanger, as quoted in Norman K. Risjord, Representative Americans: Populists and Progressives (Lanham, MD: Rowman & Littlefield Publishers, 2004), 267.

43. Margaret Sanger, as quoted in Madeline Gray, Margaret Sanger (New York: Penguin Adult Hc/Tr, 1979), 227–228.

44. Rebecca Hersher, “It May Be ‘Perfectly Normal,’ but It’s Also Frequently Banned,” National Public Radio, September 21, 2014, https://www.npr.org/2014/09/21/350366435/it-may-be-perfectly-normal-but-its-also-frequently-banned.

45. Kilpatrick, Why Johnny, 53.

46. Maureen Stout, The Feel-Good Curriculum: The Dumbing Down of America’s Kids in the Name of Self-Esteem (Cambridge, MA: Da Capo Lifelong Books, 2000), 1–3.

47. Ibid., 17.

48. B. K. Eakman, Educating for the ‘New World Order’ (Portland, OR: Halcyon House, 1991), 129.

49. Sol Stern, “How Teachers’ Unions Handcuff Schools,” City Journal, Spring 1997, https://www.city-journal.org/html/how-teachers%E2%80%99-unions-handcuff-schools-12102.html.

50. Troy Senik, “The Worst Union in America: How the California Teachers Association Betrayed the Schools and Crippled the State,” City Journal, Spring 2012, https://www.city-journal.org/html/worst-union-america-13470.html.

51. Kilpatrick, Why Johnny, 39.

52. Samuel Blumenfeld and Alex Newman, Crimes of the Educators: How Utopians Are Using Government Schools to Destroy America’s Children (Washington D.C: WND Books, 2015), chap. 14.

53. Iserbyt, The Deliberate Dumbing Down, xvii.

54. Schlafly, Child Abuse, 14.

55. Valerie Strauss, “A Serious Rant about Education Jargon and How It Hurts Efforts to Improve Schools,” The Washington Post, November 11, 2015, https://www.washingtonpost.com/news/answer-sheet/wp/2015/11/11/a-serious-rant-about-education-jargon-and-how-it-hurts-efforts-to-improve-schools/?utm_term=.8ab3d85e9e45.

56. Stormer, None Dare, 104–106.

57. Diane Ravitch, “The Common Core Costs Billions and Hurts Students,” The New York Times, July 23, 2016, https://www.nytimes.com/2016/07/24/opinion/sunday/the-common-core-costs-billions-and-hurts-students.html.

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