El resurgimiento de Sarai Batu: la ciudad fantasmal destruida por Iván El Terrible

Por The Epoch Times
25 de Julio de 2017 2:22 PM Actualizado: 04 de Julio de 2019 7:10 PM

Esta enigmática ciudad ha sido conocida desde tiempos milenarios. En el siglo XIII un viajero árabe del norte de África, la describió como “una de las ciudades más bellas, una que ha alcanzado un tamaño extraordinario, llena hasta desbordar de gente, hermosos mercados y amplias calles”.

El viajero en realidad se refería a una ciudad ubicada al sur de Rusia, cerca de la desembocadura del río Volga, llamada Sarai Batu, quien había sido fundada por Batu Khan, nieto de Gengis Khan, según cuenta Viajeros del Misterio.

Gengis Khan fue un guerrero y conquistador mongol que unificó a las tribus nómadas de esta etnia del norte de Asia, fundando el primer imperio mongol, el imperio contiguo más extenso de la historia.

La ciudad poseía más de trece grandes mezquitas y otras tantas catedrales y madrazas, además de numerosos bazares y casas de baños.

Sarai Batu. Las decoraciones de la ciudad de Sarai Batu en la región de Astrakhan. (Créditos: Alexey Dushutin/ Flickr/ Licencia: CC BY 2.0)

Su población la componía gente multicultural proveniente de la propia Rusia y de regiones caucásicas, además de mongoles -quienes gobernaban Sarai Batu y gran parte de Rusia Occidental durante los siglos XIII y XIV-, y mercaderes de lejanos países como Irak, Irán, Grecia, Egipto, Siria, aunque cada nación vivía en su propio barrio. (El turismo no lo inventaron los japoneses).

Sarai Batu  (que significa “Palacio de Batu”) era una de las mayores ciudades de la Edad Media (600.000 habitantes). La capital de la Horda de Oro, una parte del Imperio Mongol que, en su apogeo,  incluía gran parte de Europa y se extendía hasta Siberia.

Sarai Batu. (Créditos: Alexey Dushutin/ Flickr/ Licencia: CC BY 2.0)

Pero, desgraciadamente, las fuerzas de Iván el Terrible, destruyeron la capital después de que éste conquistara el Kanato de Astrakhan en 1556. Una ciudad grande y rica siempre atraía al enemigo. No quedó piedra sobre piedra.

Después de esta invasión, se produjo la reacción descrita por Nietzsche: “La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al perdedor”.

Museo al aire libre

Sin embargo, actualmente, como si se tratase de un milagro o de una fantasmal reaparición en el mismo paisaje donde se ubicó hace siglos, puede volver a admirarse Sarai Batu por quienes se atrevan a recorrer los 120 kilómetros que la separan de la moderna Astrakhan.

Eso sí, para llegar a ella hay que recorrer la mitad del camino por una carretera que adolece en muchos tramos de buena pavimentación y la otra mitad por polvorientos caminos de tierra en mitad de una gran estepa. En este caso, hay que recordar ese consejo que dice: “Lo importante del viaje no es el destino sino el camino”.

La razón de este renacimiento de Sarai Batu es debido a una compañía de producción cinematográfica. Hace cinco años construyó una magnífica réplica de la ciudad prácticamente en la misma ubicación geográfica que ocupó en el pasado.

Su objetivo fue filmar el histórico drama bajo el título de “La Horda de Oro”. Tras la filmación de la película, en vez de desmantelar el inmenso escenario-decorado, de madera real y adobe, se decidió convertirlo en una atracción turística.

Aunque el camino para llegar allá es pedregoso, siempre te encuentras en Sarai Batu con algún norteamericano o noruego, por ejemplo, ese tipo de viajero aislado que busca destinos exóticos y excéntricos. Para éste, “viajar es dar una oportunidad a la capacidad de sorprenderse”.

Mira el video de esta enigmática ciudad a continuación: 

 

Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando

¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.