El antes y el después de Fidel Castro en Cuba

12 de Enero de 2017 5:19 PM Actualizado: 12 de Enero de 2017 5:19 PM

Cómo era Cuba antes y después de Fidel Castro es la pregunta que muchos tratan de responder, al reflexionar luego de la muerte del líder máximo de la Revolución Cubana, en noviembre del año pasado. Sin embargo, a los ojos de los jóvenes de la nueva generación del país caribeño, que ha crecido en un régimen de ideología -única- socialista-comunista, no parece una respuesta fácil de abordar.

Hay que considerar que Fidel, un hombre titulado en Derecho Diplomático en la Universidad de La Habana, se impuso al mando con una actividad de guerrilla, a la que comandó desde mediados de la década del 50. Su entrada al poder se relaciona con los grandes debates de la justicia, la libertad y la democracia, así como del significado de la dictadura, el totalitarismo y las ejecuciones que caracterizaron su lucha en nombre de sus ideales.

Cuba, antes que el líder máximo abanderase su lema “Patria o Muerte, Venceremos”, según cifras del Banco Mundial, tenía algo más de 7 millones de habitantes y una esperanza de vida de 63 años, cifra muy superior a la de América Latina y Caribe (en donde la esperanza era de 56), y a la del Tercer Mundo (donde era de 40).

Después de Fidel Castro, según el programa Historia Cultural de Cuba, en su episodio 31, “el 20 % de la población se ha ido”. Esta sola frase puede resumir el drama humano que ha estado obligado a vivir el pueblo cubano.

Balseros cubanos /Archivo. (Foto: DOUG COLLIER/AFP/Getty Images)
Balseros cubanos /Archivo. (Foto: DOUG COLLIER/AFP/Getty Images)

En un informe pro régimen castrista (“La educación y la salud en Cuba”), que busca describir los logros en salud y educación, se reconoce justamente este punto: “muchos maestros y profesores, y casi la mitad de los médicos con que contaba Cuba en 1959, abandonaron el país al triunfar la Revolución”.

Hoy Cuba tiene más de 11 millones de habitantes, con una esperanza de vida de 79 años, a la par de Estados Unidos, pero por debajo de Chile y de algunos países de Europa.

Según datos históricos, entre 1902 y 1934, Cuba acogió cerca de 1,2 millones de inmigrantes, y luego el flujo migratorio se mantuvo cercano a cero, hasta que en 1959, según el registro Cuba Geográfica, citado por El Nuevo Herald, “comenzó a crecer dramáticamente”, aunque en el sentido inverso. En realidad se calcula que hasta el inicio de los 90, cerca de un millón de personas abandonaron el país.

(Foto: ROBERTO SCHMIDT/AFP/Getty Images)
(Foto: ROBERTO SCHMIDT/AFP/Getty Images)

Entre 1990 y 2014, un total de 610.811 cubanos obtuvieron una residencia permanente en Estados Unidos. A ello hay que sumar cifras desconocidas de las numerosas nuevas colonias residentes en otros países, especialmente en España, Canadá y México. Además la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en EE.UU., en el año fiscal 2015, registró 40.115 llegadas sin visa, y en 2016, hasta julio, ya se había superado esa cifra.

¿Por qué tantas personas decidieron escapar de su país? ¿Por qué decidieron abandonarlo si Fidel había asegurado haber logrado una situación de equidad e igualdad para su pueblo?

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Desde las guerras por la independencia de España, iniciadas por Carlos Manuel Céspedes, cuando en la zona conocida como La Demajagua, se liberaron sus esclavos el 10 de octubre de 1868, la naciente República de Cuba pasó de formarse en modo conservador hasta seguir la guía del Partido Revolucionario Cubano de José Martí. Pero en 1899, después que España perdió todas sus provincias de ultramar en la guerra hispanoestadounidense, EE.UU. impuso su gobernación.

Cuba declaró la república el 20 de mayo de 1902, con la influencia y presencia de EE. UU. en el país. Desde entonces, todos los intentos de consolidar una república independiente y democrática fallaron: en 1952 llegó el Golpe de Estado de Fulgencio Batista, y luego en 1959, aquel de la “Revolución Cubana” con Fidel instalándose con un poder absoluto.

Foto del 8 de octubre de 1957 muestra al líder cubano Fidel Castro (Izq.) conversando con Ernesto 'Che' Guevara (Der.), en los bosques de la Sierra Maestra, Cuba. (ARCHIVOS / AFP / Getty Images)
Foto del 8 de octubre de 1957 muestra al líder cubano Fidel Castro (Izq.) conversando con Ernesto ‘Che’ Guevara (Der.), en los bosques de la Sierra Maestra, Cuba. (ARCHIVOS / AFP / Getty Images)

De las palabras de su hermana, Juanita Castro, se desprende que la revolución fue un período sangriento, que sembró el odio. La mujer dejó el país en 1964 para partir a México y nunca más volver. Hoy se revela contra las acciones de su hermano y del Che Guevara, especialmente en el tema de las ejecuciones.

“Aquello me volvió loca”, declaró al Diario Las Américas. “Al primero de los revolucionarios que le enfoqué los cañones fue al Che Guevara, por sus injusticias. Había personas que habían tenido como medio de vida un trabajo con el Gobierno de Batista, que no tenían culpa de nada, incluso soldados que pertenecieron al ejército anterior, sin ningún rango; fusilaban a cualquiera, no sé si para impresionar al mundo o por venganza. No sé qué movía al Che Guevara para hacer tanto daño de gratis. Eso me envenenó la vida”, dijo la hermana de Fidel, quien participó en la revolución.

“Al principio, de forma ingenua, pensé que Fidel no lo sabía; después me di cuenta de que a mí también él me estaba engañando y entonces comencé a tratar de sacar de las prisiones a lo que arrestaban por sus ideas políticas, a quienes finalmente habían sido traicionados por Fidel y el régimen que estableció”, agregó.

Ernesto “Che” Guevara en 1964, al tratar de justificar las ejecuciones ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, culpó a Estados Unidos. Estas son sus palabras citadas por la BBC: “Es una verdad conocida y la hemos expresado siempre ante el mundo. Fusilamientos, sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte (…) En esas condiciones nosotros vivimos por la imposición del imperialismo norteamericano”.

Imagen de La Havana,capital de Cuba, durante el 51° Aniversario de la Revolución Cubana, el 1° de junio de 2010. (STR/AFP/Getty Images)
Imagen de La Havana,capital de Cuba, durante el 51° Aniversario de la Revolución Cubana, el 1° de junio de 2010. (STR/AFP/Getty Images)

Ernesto Pinto-Bazurco Rittler, ex embajador de Perú en Cuba, en su libro “Diplomacia y libertad”, describió la desesperación del pueblo cubano por abandonar en forma masiva el propio país a causa de la revolución de Fidel y Guevara, incluso décadas después de los principales sucesos.

Citado por el medio El Comercio, el diplomático relató que cuando el 4 de abril de 1980 ingresaron 10.834 personas a su estancia pidiendo asilo debió negociar directamente con Fidel por la noche, hasta conseguir sus salvoconductos. De esa manera evitó dejarlos morir de hambre en el interior, o dejarlos fusilados en el exterior. “Para tener una visión de cómo era la situación, había cinco personas por metro cuadrado. Ello era una señal de que había una enorme presión social y una enorme necesidad por salir del país”, declaró Ernesto Pinto. Tres personas asiladas esa noche se quedaron en la embajada hasta nueve años antes de irse. Uno de los cuales era un policía que había desertado.

Aquella noche, Castro, describiendo cómo manejaba el tema del poder, afirmó al diplomático: “Hay una diferencia bien grande, yo sé matar, tú no”.

El Instituto Cato, en su informe titulado Los fracasos de la revolución de Cuba, cita: “El régimen de Fulgencio Batista era autoritario, había surgido de un golpe violento, sin embargo existían suficientes libertades públicas como para que circularan más de 120 publicaciones, para que existieran partidos legales de oposición, estaciones de radio y canales de televisión independientes del Estado, y para que los ciudadanos pudieran entrar y salir libremente”.

Imagen del dictador cubano Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952. (STF / AFP / Getty Images)
Imagen del dictador cubano Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952. (STF / AFP / Getty Images)

“Hoy Cuba es gobernada por un régimen que ha remplazado al autoritario Batista, por uno totalitario; es decir, de partido único, ideología comunista y economía estatizada, donde se reprime a quien piensa distinto y se impide la autonomía de la sociedad civil”, destaca el documento.

Fidel se encargó después de 1959, que todos los medios de difusión masiva fueran confiscados y puestos al servicio del Partido y del Gobierno. “El Partido Comunista, único permitido, ejerce el monopolio de todas las actividades políticas de la isla asistido por las llamadas organizaciones de masas”.

“La única libertad de expresión que no se reprime es la que coincide con el Partido Comunista”, añade.

Al respecto del control de masas, Fidel mismo dijo en su discurso del 3 de agosto de 1985, en la sesión de clausura del encuentro sobre la deuda externa de América Latina y el Caribe:”Las ideas no necesitan ni de las armas, en la medida en que sean capaces de conquistar a las grandes masas”. El carismático líder guerrillero se hizo popular tanto con las armas como con las palabras, después de un asalto a un cuartel (Moncada) en 1953. Ahí evitó la pena de muerte representándose a sí mismo como abogado.

Cuando Fidel fue absuelto del asalto armado al Cuartel Moncada, después de una breve condena en prisión, se asiló en México donde organizó la invasión guerrillera de 1956 que derrocó más tarde a Batista en 1959.

Según Cuba Archive, entre 1952 y 1958, a Batista se le atribuyen 1182 muertes, entre ellas 650 ejecuciones extrajudiciales, y a sus opositores, 339.

Entre 1959 y 2016, al régimen de Fidel se le atribuyen 7062 muertes, entre las cuales destacan 3116 fusilamientos, 1166 muertes extrajudiciales, además de desapariciones, huelgas de hambre y suicidios políticos. Asimismo, centenares de casos confirmados quedaron sin aclarar.

Sin embargo muchas muertes no pudieron ser documentadas, por lo que se asegura que las cifras son superiores. De hecho el mismo régimen castrista en su texto “Demanda del Gobierno de Cuba de 1999”,  indica que su revolución costó en el combate un saldo de alrededor de 20 mil muertos.

A su vez, para el día en que Fidel abdicó a favor de su hermano, el Cuba Archive de Nueva Jersey, actualizado por el economista Armando Lago, había documentado 85.675 muertes causadas por la Revolución Cubana. 77.833 de ellas son un cálculo aproximado de los cubanos que han muerto en el mar tratando de huir.

“En la actualidad, el todopoderoso Estado cubano todavía controla la mayoría de los medios de producción y el grupo empresarial de las fuerzas armadas ha ampliado su dominio sobre el capital y los recursos. Los derechos individuales –entre otros, la propiedad privada- son aberraciones según lo estipulado en la Constitución y las agrupaciones de la sociedad civil, comprendidos los sindicatos independientes, siguen proscritas (…) Todos los medios de comunicación siguen en manos del Estado y el acceso a Internet está sumamente limitado”, señala otro de sus informes.

La Constitución de 1840, instaurada por Batista, en su artículo 25 proscribía la pena de muerte por delitos políticos, pero lo autorizaba en casos “de carácter militar de traición o espionaje a favor del enemigo en tiempos de guerra con nación extranjera y otros de pistolerismo y terrorismo de extrema gravedad”.

En 1959, Fidel cambia la Constitución, aplica la Reforma Agraria con la expropiación de tierras, y amplía la pena de muerte para incluir a las personas “culpables de delitos contrarevolucionarios”.

Fidel fue el Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (1956-2008) y primer secretario del Partido Comunista de Cuba fundado por él mismo, desde 1965 hasta 2011, cuando transfirió todos sus cargos a su hermano Raúl. Previamente fue quien adoptó y difundió las prácticas marxistas en América.

Después de la reforma agraria cubana de 1959, Castro expropió terrenos y propiedades comerciales estadounidenses, entrando en un período de conflicto de intereses. El gobierno de EE. UU. terminó por romper relaciones políticas y comerciales estableciendo un embargo.

Con sus palabras, Fidel Castro alimentó en sus discursos no sólo sueños e ideales de las masas populares desposeídas, sino también odio hacia Estados Unidos, país al que derivó cualquier tipo de fracaso que pudiera tener su régimen.

En su larga intervención ante el auditorio de las Naciones Unidas habló durante cuatro horas y cinco minutos,  pero su récord fue el 26 de febrero de 1998, cuando frente a parlamento cubano no paró hasta después de siete horas y cuarto.

Pena de Muerte, según Fidel

Gran parte de lo que significa Cuba después de Fidel se puede comprender escuchando sus propios discursos. El líder fue cuestionado en 2003 por el fusilamiento de Lorenzo, Bárbaro y Jorge, y la pena de prisión perpetua de sus compañeros, con los cuales secuestraron una embarcación de pasajeros entre la ciudad de la Habana y Casablanca, al otro lado de la bahía.

Al analizar el caso, la Organización Prodecu refirió: “dos días de ser detenidos los secuestradores, fueron presentados a juicio sumarísimo. El juicio duró apenas 3 días y el proceso de apelación incluyendo la celebración de un nuevo juicio 2 días”.

El medio estatal Granma advirtió que Castro pidió castigos severos e inmediatos, pese a que “la totalidad de los que estaban en la nave fueron rescatados y salvados sin un disparo ni un rasguño”.

Fidel luego en uno de sus discursos justifica esta pena de muerte. Primero, como era habitual, se contradice diciendo que es contrario a las ejecuciones, pero finaliza diciendo que es un acto noble y religioso. “…terroristas que secuestren naves o embarcaciones de pasajeros o que cometan hechos de similar gravedad, que sean sancionados por los tribunales de acuerdo con las leyes previas. Ni siquiera Cristo que expulsó a latigazos a los mercaderes del templo dejaría de optar por la defensa del pueblo”. Estos discursos no pasan desapercibidos, sobre todo por hecho que él estudió en un colegio lasallista y en otro jesuita.

El presidente del Instituto de Historia de Cuba, René González, dijo a la BBC Mundo que “todos los fusilamientos en la historia de la Revolución fueron públicos, con juicios abiertos al pueblo cubano, a la prensa nacional e internacional. Y los que merecieron aquellas penas tuvieron causas probadas por crímenes graves contra el pueblo cubano”.

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A raíz del fusilamiento del General Arnaldo Ochoa, y de su asistente, el coronel Antonio de la Guardia y su ayudante, Amado Padrón, en 1989, Ileana, la hija de Antonio de la Guarda destacó en reciente entrevista del mes de diciembre con el Diario Las Américas, que “el juicio fue una especie de circo donde todos se acusaban o se auto acusaban. Después supimos que habían sido chantajeados, que se tenían que auto inculpar, para escapar de la pena de muerte, y para proteger a la familia, hubo mucho chantaje con el tema de la familia. Así transcurrió el juicio hasta el final; la familia quiso hacer apelación, pero nos fue negado. Después, el Consejo de Estado en pleno y por unanimidad se pronunció a favor del fusilamiento. Fueron fusilados justo un mes después de ser arrestados”.

Los inculpados estaban en África, pero fueron acusados de tráfico de drogas en barcos que entraban a Cuba. La joven, que hoy se encuentra asilada en Francia, dijo que “a partir del año 86 u 87 empezaron a aparecer en Cuba artículos de prensa muy críticos, en las revista Sputnik y Novedades de Moscú que hablaban de la ‘glasnost’ y de que Gorbachov estaba impulsando hacer cambios rápidos. La gente lo leía en casa de mi papá se hablaba mucho de esto, lo hablábamos en el jardín, creían que había micrófonos pero no les importaba. El hecho de estar en un alto nivel y saber que los soviéticos ya estaban cambiando el sistema, les hacía creer que Fidel Castro lo aceptaría, pensaban que no podía estar tan loco para negarse a los cambios”.

Ella declaró que su padre seguramente murió porque alguna vez manifestó el siguiente pensamiento de apertura del régimen cubano: “Se tiene que dar cuenta de que esto no funciona más, hay que dar libertades para que la gente opine, viaje, tengan derechos humanos”.

Sin embargo Raúl decía: “esos oficiales que están criticando que se vayan para Europa del Este”, y en un momento habría pronunciado directamente en televisión: “Abajo Ochoa”, señaló la joven.

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La neuróloga Hilda Molina, fundadora de la Escuela Cubana y Latinoamericana de Restauración Neurológica (CIREN), elegida diputada al parlamento cubano en 1993 por sus méritos científicos, quiso compartir su visión de la realidad cubana desde el punto de vista de la salud. Estas son sus palabras dirigidas a estudiantes en Argentina, citadas por la organización El Cato:

“La sociedad donde se proyecta el sistema de salud cubano, es una sociedad enferma, porque durante casi medio siglo, varias generaciones hemos crecido carentes de algo esencial e inherente a la condición humana, la libertad. De una u otra forma, médicos, pacientes, todos estamos enfermos. Esta es una sociedad enferma. El gobierno cubano ha utilizado recursos ilimitados en propagar y fortalecer el mito de su insuperable sistema de salud, pues este mito le sirve de salvoconducto para actuar impunemente como un régimen totalitario, establecido en nuestra patria con carácter vitalicio”.

Hilda Molina en su departamento de La Habana, el 13 de junio de 2009. (ADALBERTO ROQUE/AFP/Getty Images)
Hilda Molina en su departamento de La Habana, el 13 de junio de 2009. (ADALBERTO ROQUE/AFP/Getty Images)

En 1994, la Dra. Molina renunció a sus cargos y responsabilidades en el régimen cubano, argumentando que el gobierno se proponía convertir su institución de salud en algo exclusivo para extranjeros, con ingresos en dólares. El Gobierno de Cuba reconoce esta actividad como una necesidad económica para el país.

Curiosamente, en el ámbito de salud, las instituciones estatales que se crearon para dar servicio al pueblo quedan transformadas en privadas por acción del Estado, y por ello solo algunos tienen derechos. De esta manera el pueblo se siente traicionado.

Cuba después de Fidel explica el hecho reconociendo que el capitalismo es algo común en la sociedad actual. Es un recibir dinero a cambio de un servicio. Sin embargo, en el contraste y ambigüedad que caracteriza su régimen totalitario, todavía se habla de combatir al capitalismo.

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