Una historia de la Escuela Buda acerca de la muerte

23 de Junio de 2016 5:19 PM Actualizado: 23 de Junio de 2016 5:19 PM

Una antigua leyenda narra que Sakya Muni  en su peregrinaje llegó a la ciudad de Shewei para difundir sus enseñanzas, y que algún tiempo después el lugar pasó a convertirse en un paraíso en el que la gente, se tornó cortés y comprensiva, y en el que vivían preocupados por ayudarse mutuamente y cuidar los unos a los otros.

La noticia corrió de boca en boca a través de los caminos hasta llegar a los límites de otras ciudades, en alguna de cuales vivía un consumado hereje que, resuelto a encontrarse con aquel sabio iluminado, viajó muy a pesar de los enormes tropiezos que le significaba este viaje.

Sin embargo, el viaje resultó algo desconcertante para él. Shewei, se encontraba en una región tropical en la que había gran cantidad de serpientes venenosas. Muchas personas morían allí a causa de los ataques de estas serpientes.

Cuando el viajero llegó a la entrada de la ciudad, vio a un granjero y su hijo trabajando el campo. También vio que entre la hierba más próxima, se escondía una de esas peligrosas víboras que, sin darle tiempo para avisar, saltó de la hierba, y en un instante mordió al joven tan gravemente que le provocó la muerte. Sin embargo, el padre continuó con su trabajo en el campo como si nada hubiera pasado.

El hombre sintiéndose extrañado le preguntó al anciano: “¿Quién era el joven?” “Él era mi hijo”. “¿Por qué no sientes dolor por su muerte? ¿Es su hijo biológico?

No hay razón para estar triste. La gente tiene que morir, es regla natural. Si realizó buenas obras será recompensado, si hizo cosas malas, será castigado. Mi dolor no le hace ningún bien”.

No hay razón para estar triste. La gente tiene que morir, es regla natural. Si realizó buenas obras será recompensado, si hizo cosas malas, será castigado.

El anciano miró al hombre y le preguntó: “Usted va  para la ciudad, ¿verdad? ¿Puede hacerme un favor?”. Después de que el hombre preguntara en qué podía ayudarle, el anciano dijo: “Una vez dentro de la ciudad, gire a la derecha hacia la segunda casa y dígale a mi familia que nuestro hijo ha muerto por el ataque de una serpiente, y que una ración de comida será suficiente para hoy“.

El hereje dio con la vieja casa del granjero, y allí habló con su esposa, “Su hijo murió por la mordida de una serpiente y su esposo ha dicho, que una ración de comida será suficiente para hoy“. La anciana le dio las gracias por el mensaje sin mostrar dolor alguno. El hombre le preguntó: “¿No está triste por su hijo?”.

La anciana tranquilamente contestó: “Vino a nuestra familia totalmente por cuenta propia y no le pedimos que viniera, como un huésped en un hotel. Ahora se ha ido y no pude evitarlo. Nada hay que podamos hacer para remediarlo”.

El hereje pensó que esta pareja de ancianos tenía realmente el corazón frío. Entonces, la hermana del joven fallecido salió. También a ella el hombre le preguntó: “Tu hermano está muerto, ¿estás triste?

La joven respondió: “Él ya está muerto, ¿por qué debería estar triste? Nosotros dos somos como dos troncos atados flotando en el agua. Pero cada uno de nosotros tiene su propio destino. Si él quiso irse temprano, no puedo hacer nada al respecto”.

Después que la joven terminó de hablar, otra mujer dijo: “Mi marido acaba de morir“. Ahora, el hereje estaba realmente confundido, “Su marido está muerto,  ¿realmente no le importa?

La viuda dijo: “Somos igual que dos pájaros en el cielo. Nos quedamos juntos en la noche, pero por la mañana, tenemos que ir a buscar la comida. Cada uno de nosotros tiene su propio destino. Si un ave se va y no regresa, es que está destinado a ser así. No puedo llevar sobre mis hombros su karma y eventualmente, nos vamos a separar”.

El hereje se arrepintió de haber venido desde tan lejos hasta esta insólita ciudad. Había venido porque la gente decía que sus habitantes eran cariñosos y atentos. Sin embargo, ahora él pensaba que todos eran insensibles y crueles. Más, él no quería volver a su casa con las manos vacías y fue a ver a Sakya Muni para conocer la verdad.

El hombre estaba lleno de dudas en su corazón, pero se sentó en silencio junto al Buda. Por supuesto, Sakya Muni sabía de su amargura pero, igualmente le preguntó: “¿Cuál es hoy tu problema?

El hombre dijo: “Nada es como creo que debería ser. Estoy muy confundido“. Buda entonces, con gran compasión dijo, “Sólo cuéntame todo, ya que la preocupación no puede resolver nada”.

Yo he venido desde lejos debido a la buena reputación de la gente de aquí. Pero lo que me encontré hoy fue todo lo contrario. Nunca he conocido nada tan contrario a  la naturaleza humana y no hay aquí compasión alguna”, esto contó el hombre al Buda y además contó toda la historia del granjero y su familia.

El Buda mientras, sonrió e iluminó al hombre. “Lo que quieres ver y oír es sólo sentimentalismo. Los principios de la Escuela de Buda no son así. Hay que purificar el sentimentalismo a la verdad que le corresponde y que es la parte importante de la cultivación. Aquella familia que viste entiende que la vida es impredecible. Una vez que alguien ha muerto, el llanto y el dolor no le harán ningún bien a la persona fallecida. Su alegría por la vida o la tristeza por la muerte es sólo un apego suyo a la vida“.

Después de oír lo que dijo el Buda, el hombre se iluminó. Renunció a su fe y se convirtió en un serio y diligente cultivador de Sakya Muni.

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