Estación espacial china en Argentina: “No podemos hablar de un beneficio económico o científico”

09 de Octubre de 2014 11:33 AM Actualizado: 05 de Mayo de 2015 8:36 AM

El senador Fernando “Pino” Solanas (UNEN) integra la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, por donde ingresó, teñido de un singular hermetismo, el proyecto para instalar una estación espacial china. El senador manifestó a La Gran Época su preocupación al respecto.

LGE: ¿Le parece que la estación espacial que se está construyendo en Neuquén podría tener aplicaciones militares? ¿Por qué?

La tecnología empleada en la estación china de CLTC admite el uso dual: civil y militar, sobre todo en materia de seguimiento satelital, telemetría y control de comunicaciones. Esta es una época de cambio radical para la Defensa; la evolución de los medios cibernéticos y digitales modifica los escenarios; es innegable que los conflictos militares se estén gestionando cada vez más en términos de Comando, Control, Comunicaciones, Computación, Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento, lo que se conoce como C4ISR en la jerga castrense.

China está desarrollando fuertemente su programa espacial en relación con su avance tecnológico aplicado a lo militar dentro de una política de defensa amplia y de punta. Beijing planea el lanzamiento de 100 satélites en el corto plazo que incluyen actividades de mapeo, sensores remotos, navegación, comunicación y usos científicos. Las actividades de reconocimiento, defensa espacial, y los sistemas de alerta temprana también están incluidas en el programa satelital chino.

En un Estado con un régimen de partido único y donde el factor militar es un pilar del poder político no es extraño que la tecnología sensible y este tipo de programas –nada menos que la exploración espacial- estén vinculados con intereses de defensa y la conducción castrense. Son conocidos los lazos entre CLTC y el Departamento General de Armamento, dependiente del Comité Militar Central de China.

Pero sobre el destino y objetivo de la tecnología utilizada –si será civil o militar, o ambos– sólo podemos decir que hoy depende de una decisión política de Beijing. Por su parte, el gobierno argentino se autoimpone abstenerse de interferir en las actividades de la CLTC, tal como lo dice el Acuerdo bilateral remitido al Congreso Nacional.

No sabemos si hay algo más detrás de la ambigua y magra letra de los acuerdos ni otras intenciones y alcances. Ni en ese acuerdo, ni en aquellos suscriptos entre CLTC, CONAE y el gobierno de Neuquén se aclara que el personal será civil, ni tampoco se niega que será militar. La decisión para definir el personal que operará queda a criterio de China. Esto es muy complejo y sensible, y tiene que ver con el diseño de una política exterior determinada y de los intereses en juego.

LGE: En el marco del acuerdo, ¿qué opina con respecto a la soberanía argentina sobre esos territorios y la exención de gravámenes?

La cuestión no es acerca de que China viole o no nuestra soberanía, sino de que es el gobierno argentino y neuquino el que otorga 200 hectáreas a China por cincuenta años para su uso… Nuestra relación con China se rige por la asimetría en todos los campos, lo económico y comercial, lo tecnológico y lo militar. Nuestro déficit comercial es de 5 mil millones de dólares y encima el 90% de nuestras exportaciones son rubros primarios sin valor agregado, siendo al revés con lo importado desde China: productos electrónicos, tecnología nuclear, etc.

Realmente no podemos hablar de un beneficio económico o científico para nosotros con CLTC. 2,40 horas diarias de uso de una antena es algo completamente desproporcionado en relación al beneficio chino.

Lo que Argentina puede sacar de todo ello es realmente muy poco. Es ridículo que se hable de los 300 millones de dólares que invertirá China en Neuquén como un gran logro para la provincia y el país, porque las empresas que construyen desde hace tiempo la estación satelital son específicamente chinas: la China Harbour Engineering Company Limited y la China Electronic Technology Group Corporation, y están eximidas de todo gravamen, tasa, impuesto y derechos de importación por parte del gobierno nacional.

Un obrero local contratado por estas empresas debe pagar el 21% de IVA sobre un litro de leche que compra para su familia, mientras que su empleador transnacional y multimillonario chino está exceptuado de ese impuesto…

Por eso es urgente revisar los términos de intercambio y, más allá, la matriz de la relación bilateral tanto con China como con otros actores internacionales. Argentina no puede ir a la cola del orden mundial y seguir posponiendo su desarrollo autónomo y el resguardo de su soberanía y demás intereses nacionales.

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